De esa cantidad, 56.766 millones corresponden a las remuneraciones que los asalariados no cobrarán, 57.013,2 millones al excedente bruto de explotación que los empresarios no obtendrán y 9.894a los impuestos indirectos que el Estado no recaudará.

Para calcular el coste de la huelga, la CEOE se ha limitado, partiendo de datos oficiales de 1991, a multiplicar el valor medio de la producción por hora trabajada, 2.452 pesetas, por la cifra de personas ocupadas, 12.609.400 en el promedio del año.

El resultado se multiplica, a su vez, por las cuatro horas que se dejará de producir, si la huelga tiene éxito, y se actualiza de acuerdo con el crecimiento de la producción en 1992, un 9 por cieno en términos nominales.

La estimación también parte del supuesto de que lo dejado de producir no se recuperará posteriormente con horas extraordinarias o complementos de jornada, "fenómeno éste no infrecuente en algunos países como Alemania y en el nuestro tras la huelga general del 14 de diciembre de 1998", según la CEOE.

Por otra parte, según la CEOE, en algunos sectores, como energía eléctrica, servicios financieros, algunos servicios sanitarios y otros básicos, productos agrícolas y ganadero "no se va a dejar de producir, incluso aunque la huelga fuera prácticamente total".

La patronal también hace hincapie en que rentas como las pensiones y el subsidio de desempleo no podrán dejar de ser satisfechas por el Estado, a pesar de que éste perderá ingresos por la vía de los impuestos indirectos, lo que afectará negativamente al déficit público.