Después de una exposición inicial en la que expuso los mismos argumentos que ya había comunicado por escrito a la comisión para no declarar, Bravo se acogió al artículo 24 de la Constitución para no responder a ninguna de las preguntas de los portavoces.

Sólo quebró ese silencio para pedir amparo al presidente de la comisión, Francisco Granados, cuano consideró que las preguntas sobre su afiliación política o sobre su reciente boda vulneraban su derecho a la intimidad.

También tomó la palabra un par de veces mientras le interrogaba el portavoz socialista, Modesto Nolla, para precisarle que su silencio no implica asentimiento a las preguntas que le formulaba. Nolla comenzó su retahíla de preguntas recordando que la Constitución exime al compareciente de declarar en su contra, pero no de informar a la comisión de investigación.

Con esta premis, el portavoz socialistas concluía cada pregunta con la insinuación de que Bravo no respondía porque su contestación le implicaría, una tesis que fue rebatida por Bravo con la precisión de que su silencio es sólo silencio, no asentimiento.