En la sentencia, el tribunal considera probado que el etarra y otros dos terroristas acordaron atentar contra un convoy de vehículos de la policía en un semáforo existente en una calle de Basauri, que obligaría a los vehículo policiales a detenerse.

Con anterioridad a la fecha prevista para el atentado, el 16 de mayo de 1985 Zabarte y otro miembro del comando colocaron un vehículo robado, cargado con unos 8 kilogramos de dinamita-goma y otros 15 de metralla, en las proximidades de ese semáforo.

El día del atentado, los otros dos miembros del comando robaron un vehículo con el que se dirigieron al lugar donde les esperaba Zabarte, con quien se desplazaron a un lugar elevado desde el que podían ver el sitio elegido par cometer el atentado.

Así, cuando el convoy policial, formado por siete vehículos de la Segunda Compañía de la Reserva General de la Policía Nacional de Valladolid, llegó al lugar elegido, dos de las furgonetas se vieron obligadas a pararse en el semáforo, momento en el que los terroristas hicieron estallar la bomba, matando al cabo e hiriendo a 10 policías y 3 civiles.

Los terroristas huyeron tras el atentado en el coche robado que abandonaron poco después, lo que permitió a la policía hallar un huella dactilar de Zabarte en el cristal del asiento delantero.