Así consta en un estudio elaborado por la Fundación BBVA con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVE), cuyas conclusiones de publicaron este miércoles.

El trabajo pone de manifiesto que el PIB es “un indicador de actividad económica elaborado con mucho cuidado y el más utilizado, pero está diseñado para estimar la producción y la renta generadas en el mercado y no contempla otras dimensiones relevantes para el bienestar de las personas”.

En ese sentido, no atiende a las actividades productivas desarrolladas en los hogares (culinarias, de limpieza y mantenimiento de la vivienda y cuidado de las personas) ni el valor del tiempo que las personas dedican al ocio.

Ante esta situación, los investigadores de este estudio han desarrollado un nuevo concepto, el “consumo ampliado de los hogares”, que incluye el valor de las dos actividades anteriormente mencionadas y constituye una “aproximación más completa al bienestar de las familias”.

El trabajo reseña que entre 2000 y 2022 el consumo ampliado en España “fluctuó menos que el PIB y al final de ese periodo casi lo duplicaba”, por lo que, atendiendo a ese indicador, “los hogares españoles han sufrido menos el impacto de las dos graves crisis padecidas en este siglo”.

La pandemia provocó una caída del PIB del 11,3% en 2020, puesto que las restricciones planteadas para hacerle frente afectaron a la mayoría de los sectores económicos y mercados, lo que provocó un “fuerte empeoramiento de las condiciones de vida” y que España no haya recuperado los niveles prepandemia.

A juicio de los investigadores, “el PIB es una buena medida de los resultados económicos de un país, pero no lo es tanto del bienestar, un concepto más amplio cuya medición suscita mucho interés”, como lo evidencia que actualmente existan iniciativas internacionales que tratan de comparar este concepto entre países mediante la elaboración de índices sintéticos.

Por ello, la Fundación BBVA y el IVIE atestiguan que lo sucedido en los hogares españoles “ha sido particularmente importante durante la pandemia”, ya que para las familias fueron “decisivas” las actividades de consumo y ocio desarrolladas en ellos, tanto durante el confinamiento domiciliario como en la etapa de restricciones más suaves.

Desde su punto de vista, el consumo ampliado “capta mucho mejor la importancia de estas actividades en los hogares”, ya que mientras el PIB y el consumo cayeron en 2020 un 11,3% y un 9,2%, respectivamente, aquel sólo lo hizo en un 4,6%, porque “la producción doméstica y el tiempo de ocio en el hogar no retrocedieron como el consumo de mercado”.

A pesar de que las restricciones a la movilidad afectaron al ocio de las familias españolas, éste se resintió menos que la actividad de mercado, ya que en sus domicilios las personas disfrutaron de otro tipo de ocio, siendo para ello muy importante el amplio equipamiento TIC, y lo mismo ocurrió con el teletrabajo para sustituir en los hogares -con comidas preparadas en casa y compras ‘online’- parte de lo consumido en la restauración y el comercio presencial.

Por último, la corrección de las caídas de estos indicadores es diferente en cada uno de ellos por separado, como lo evidencia que el rebote del PIB haya crecido en términos reales un 5,5% en 2021 y 2022, frente al 4,4% que lo hizo el año pasado el consumo que tiene en cuenta la producción doméstica y el valor del ocio.

Sin embargo, mientras el PIB alcanzaba en 2022 el 98,7% de sus niveles de 2019, el consumo ampliado ya se encuentra un 2,2% por encima del anterior a la pandemia, por lo que, según este estudio, “la crisis de la covid-19 habría tenido menos efecto sobre el bienestar material de los hogares españoles” que el del Producto Interior Bruto, cuya recuperación se espera para 2023.