La frase contradice otra más sincera de Rodrigo Rato minutos antes: "es fácil decir que las cosas hoy ya no son las mismas", pero refleja la preocupación de un líder político por la secuela de miedo que haya podido dejar ETA en sus filas.

Por eso, el máximo empeño de Aznar desde el miércoles es transmitir serenidad y dominio de la situación, aunque lo consig sólo a medias.

Ayer se emocionó en las entrevistas radiofónica recordando lo ocurrido. Hoy le traicionó jugar con 1.500 fans en campo contrario para ese empeño, el campo de los sentimientos. Ni el director de escena atendía las señas que hacía con la mano desde el escenario para que silenciara la sintonía y pudiera empezar su discurso.

Resultado, aplausos, vítores, gritos de "¡Presidente, presidente!", que pasó como pudo, a ratos con una media sonrisa y saludando, cuando no cabizbajo y con voz qebrada, a la hora de recordar a Gregorio Ordóñez.

El miedo, si existe, se mezcló este mediodía en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid con la euforia típica de una teatralización `a la americana' (gran pancarta con el slogan `Soluciones' y apoteosis con los candidatos apareciendo de detrás de la pancarta) y con la satisfacción añadida de ver desfilar entre los candidatos a alguien que `regresa' al mundo de los vivos.