El estudio, que analiza las consecuencias sociales, económicas y emocionales de la catástrofe, advierte que el sistema público de salud mental colapsó tras el desastre, de modo que el 82% de las consultas psicológicas fueron atendidas por Médicos del Mundo, organización que ha alertado del aumento de la “precariedad económica entre las personas damnificadas”.

El impacto emocional se extendió también al ámbito educativo y laboral. Más de 40.000 niños y adolescentes vieron interrumpidas sus clases, y 24.000 tuvieron que ser reubicados en instalaciones temporales. Además, más de 30.000 empleos se vieron afectados directamente por la paralización de la actividad económica en los municipios más dañados.

El informe de EAE Business School, perteneciente a Planeta Formación y Universidades, subraya además que la dana evidenció “la fragilidad emocional y social” de la población valenciana y funcionó como una “prueba de estrés” para los modelos urbano, económico y sanitario.

Asimismo, el estudio alerta de que las catástrofes naturales “agravan la violencia de género”. En los meses posteriores al temporal, los Centros Mujer 24 horas de la región registraron más de 10.000 visitas, y 875 mujeres recibieron dispositivos de protección. Naciones Unidas advierte de que los fenómenos climáticos extremos podrían estar detrás de hasta el 10% de los casos de violencia de género en los próximos 50 años si no se adoptan medidas específicas.

“La dana no solo fue un fenómeno extremo, sino una prueba de resistencia para nuestra sociedad. Su impacto no se mide solo en euros, sino en vidas interrumpidas, salud mental deteriorada y sistemas colapsados”, destacó la profesora de Supply Chain en EAE Business School y autora del informe, Marina Mattera.

El estudio concluye que el país necesita “estrategias integrales y preventivas” frente a los efectos psicológicos, sociales y estructurales de los desastres climáticos, que serán “cada vez más frecuentes en el contexto de emergencia climática global”.