El escultor, de 86 años y a quien hace varios meses le fue implantado un marcapasos, no compareció hoy ante el juzgado de lo Penal número 1 de Pamplona y el juicio quedó visto para sentencia, tras la petición de un mes de arresto por parte del Ministerio Fiscal, que acusa a Oteiza de tenencia ilícita de armas.

os hechos que motivaron la vista oral ocurrieron el 30 de noviembre de 1991, cuando el escultor acudió a la Clínica San Miguel de Pamplona, acompañando a su esposa, Itziar Carreño, que se puso repentinamente enferma.

Según indicaron testigos presenciales, Oteiza, que estaba muy nervioso, requirió repetidamente la presencia de un médico y esgrimió una pistola modelo Start, del calibre 6,35, amenazando con utilizarla si su esposa no era atendida rápidamente.

Tras hacer acto de presencia miembros de Cuerpo Nacional de Policía, el artista guipuzcoano fue trasladado a la Jefatura Superior de Policía de Pamplona, donde fue identificado y se comprobó que llevaba una bala alojada en la recámara del arma.

Oteiza argumentó que pensaba que la licencia de armas de su escopeta de caza servía también para otro tipo de armas. En un registro domiciliario en la vivienda que el escultor posee en Alzuza, fueron halladas una pistola Rhoner Sport-Waffer y una Start 22 milímetros, armas que le fueron embargadas. En una carta remitida a varios medios de comunicación, el escultor aseguró que su actuación se debió a que su mujer, que falleció un mes más tarde, "estuvo seis horas esperando, totalmente desatendida, por lo que di quince minutos o iba a haber tiros en la Dirección".