El texto incide en la importancia de la responsabilidad colegiada para las acciones políticas generales de la Comisión, sin que esto exima a los comisarios de la suya propia. Por ello, se pide un sistema para pedir responsabilidades cuando el colegio no esté implicado. También se defiende la posibilidad de aprobar resoluciones parlamentarias en las que se planteen quejas sobre un comisario particular.

Según el documento, la reforma de los gabinetes de los comisrios debe ser de más alcance, limitando su composición a seis miembros como máximo, de los cuales no más de dos podrán ser de la misma nacionalidad que el comisario. Además, el texto aconseja que se establezcan equipos de comisarios para cada ámbito temático, sin distinguir entre Estados grandes y pequeños en lo que a su función se refiere.

El texto también revisa la labor de la Eurocámara, indicando que su prioridad debe ser la función legislativa, aunque sin descuidar otras labores esenciales, como a supervisión de la aplicación y gestión de las políticas y programas comunitarios.

El informe también recomienda simplificar los procedimientos de votación del Parlamento y mejorar la cooperación entre las instituciones europeas.