Así lo anunció la entidad en un comunicado en el que explicó que ha querido “felicitar las fiestas navideñas” aportando su “granito de arena para mejorar la educación infantil” a través de un donativo aportado en nombre de sus clientes con el fin de “mejorar la calidad de vida de los niños" de esta escuela, ubicada en una región de "extrema pobreza”.

En el colegio Pilar Galarza School estudian una media de 225 alumnos por año, que viven a unos 45 kilómetros alrededor del centro y no tienen acceso a ninguna escuela de primaria “cercana”.

Los alumnos tienen edades comprendidas entre los 7 y 12 años y la mayor parte de ellos son niños, aunque, según la compañía, “cada vez son más las niñas que estudian en él y alargan su formación durante más años”.

La entidad avanzó que el centro se derribará en 2023 y se construirá un nuevo edificio con nuevas aulas “más grandes que necesitarán equipamiento” y, a su juicio, disponer de pupitres “es importante por su alto impacto en el buen desarrollo y aprendizaje del niño”.

“Cuando no se cuentan con ellos, los pequeños se ven afectados de diversas formas, se cansan y se sienten doloridos, obstaculizando la asimilación de conocimientos o su desarrollo formativo saludable”, sentenció.

Asimismo, puntualizó que el colegio se encuentra localizado dentro del condado de Pokot, cerca de la frontera con Uganda, en una montaña a 1.750 metros de altura y en una región donde la “mayoría” de las escuelas se encuentran en zonas rurales “muy alejadas y de difícil acceso”.

En paralelo, subrayó que en Pokot el matrimonio se permite desde los 15 años en los niños y desde los 11 en las niñas, lo que provoca que éstas abandonen “tempranamente” los estudios.

Tras aseverar que la tasa de alfabetización en Kenia es del 78%, lamentó que en estas zonas “remotas” desciende hasta el 45% “fundamentalmente porque los niños no tienen colegios cercanos a sus poblados”.