Yanes subrayó que el suicidio "comporta el rechazo del amor a si mismo, la renuncia a los deberes de justicia y caridad para con el prójimo, para con las distintas comunidades de las que forma parte y para la sociedad en general".

Agregó que, pese a que se plantea el tema del suicidio "no sólo como una cuestión moral, sino también jurídica", de modo que "algunos hablan nada menos que del derecho al suicidio, como ejercicio de la libertad absoluta", el suicidio "es siempre un autohomicidi".

El prelado explicó que, de acuerdo con la teología cristiana, "la afirmación de que la vida es un don de Dios y el hombre sólo su administrador, lleva a la conclusión de que no puede disponer libremente de ella".

Yanes apuntó que, aunque hay condicionantes psicológicos, culturales y sociales "que pueden llevar a una persona a darse la muerte a si misma", con lo que se puede "atenuar e incluso anular la responsabilidad subjetiva del que intenta quitarse la vida", el suicidio "desde el punto de ista objetivo es un acto gravemente inmoral".