Según informó este lunes la Fundación Mutua Madrileña, el programa ha proporcionado 1.864 intervenciones individuales que alcanzaron a 2.261 personas, y 296 terapias grupales con 3.244 participantes, además de 319 reuniones de coordinación con los equipos técnicos y responsables de los ayuntamientos adheridos al plan. En total, una veintena de profesionales de la Psicología ha trabajado en 13 municipios de la Comunidad Valenciana especialmente “dañados por las inundaciones”.

Según los datos recabados por el Copcv, el 72% de los atendidos presentaban “alteraciones emocionales”, como tristeza prolongada, desesperanza, agitación o frustración, mientras que el 46% manifestaban “alteraciones cognitivas”, como pensamientos negativos recurrentes o dificultades para tomar decisiones. Además, el 42% sufrían “problemas en sus relaciones interpersonales”, el 11% “crisis de identidad” y el 90% “somatizó su malestar” mediante “dolores físicos, trastornos del sueño, fatiga o alteraciones alimentarias”.

En cuanto al perfil de las personas atendidas, el 69% de las intervenciones individuales correspondieron a “personas de entre 30 y 65 años”, seguidas de un 17% “entre 70 y 80 años”, un 12% “entre 20 y 30 años” y un 3% de jóvenes “entre 18 y 20 años”. En las terapias grupales, el 36,2% de los participantes tenían “entre 30 y 65 años”, el 31,9% “eran menores de entre 6 y 13 años”, el 21,4% mayores de “entre 70 y 80”, el 5,5% de “entre 20 y 30”, y el 4,9% adolescentes de “entre 14 y 19 años”.

El decano del Copcv, Francisco Santolaya, destacó que la recuperación psicológica tras una catástrofe “no es lineal ni inmediata” y que, en los casos más graves, “la mejora funcional puede requerir entre uno y tres años de tratamiento continuado y especializado”. Santolaya alertó también de la necesidad de mantener los recursos de salud mental tras la fase de emergencia, para evitar la cronificación de cuadros de “estrés postraumático” o “depresión reactiva”.

Por su parte, el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, subrayó que el compromiso de la entidad con la salud mental y el bienestar emocional “nos hizo ver que ayudar a los afectados por las riadas a recuperar su salud mental era una forma necesaria y humana de acompañarlos en su reconstrucción”. Cooklin recordó que el Copcv “ha sido el mejor aliado para poner en marcha un proyecto que se cimentó en pocas semanas y que ha logrado resultados muy relevantes”.

El plan no solo ha atendido a las víctimas de forma directa, sino que ha permitido también “fortalecer la cohesión comunitaria”, generar redes de apoyo local y diseñar protocolos de intervención psicológica transferibles a otros territorios ante futuras emergencias.