Guterres hizo esa consideración en un mensaje tras la difusión de la última edición anual del ‘Informe sobre la brecha de adaptación’, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y dado a conocer antes de que el próximo 30 de noviembre se inaugure la 28ª Cumbre del Clima -conocida como COP28-, en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).

Según este informe, las necesidades de fondos para la adaptación de los países en desarrollo a los impactos del cambio climático son entre 10 y 18 veces mayores que los actuales flujos de financiación pública internacional que aportan las naciones ricas, lo que supone un 50% más de lo estimado previamente.

Así se recoge

No en vano, los flujos de financiación pública multilateral y bilateral para la adaptación de las naciones pobres bajaron un 15% en 2021 hasta alcanzar 21.000 millones de dólares. Los fondos necesarios para la adaptación en los países en desarrollo oscilan entre 215.000 millones de dólares y 387.000 millones de dólares anuales en esta década, un 50% más de lo estimado previamente.

Guterres apunta que ese informe muestra “una división cada vez mayor” entre lo que se hace y lo que se necesita ante episodios climáticos extremos. “La acción para proteger a las personas y la naturaleza es más urgente que nunca. Tormentas, incendios, inundaciones, sequías y temperaturas extremas son cada vez más frecuentes y feroces, y van camino de empeorar mucho. Se están perdiendo y destruyendo vidas y medios de subsistencia, y los vulnerables son los que más sufren”, indicó.

Subrayó que “a medida que aumentan las necesidades, la acción se estanca”, mientras “la brecha en la financiación de la adaptación es la más alta jamás vista”. “El mundo debe tomar medidas para cerrar la brecha de adaptación y lograr justicia climática”, añadió.

MEDIDAS

Por ello, llamó a los gobiernos para que “graven los beneficios caídos del cielo de la industria de los combustibles fósiles y destinen parte de esos fondos a los países que sufren pérdidas y daños por la crisis climática”. “Los magnates de los combustibles fósiles y sus facilitadores han ayudado a crear este desastre; deben apoyar a quienes sufren como resultado de ello”, apostilló.

También reclamó que los países ricos presenten “una hoja de ruta clara” para duplicar la financiación climática hacia la adaptación, con prioridad para las donaciones sobre los préstamos, como “primer paso” para que el 50% de los fondos climáticos se destinen a que los países vulnerables se adapten a los impactos del calentamiento global.

“Los bancos multilaterales de desarrollo también deberían asignar al menos el 50% de la financiación climática a la adaptación y cambiar sus modelos de negocios para movilizar mucha más financiación privada para proteger a las comunidades de los extremos climáticos”, añadió.

Otra medida es que los planes de adaptación se transformen en planes de inversión, con nuevos modelos de colaboración que reúnan a gobiernos, financiadores, socios para el desarrollo y la sociedad civil. “Para 2025, todas las naciones en desarrollo vulnerables deberían tener el apoyo que necesitan para desarrollar e implementar planes de inversión en adaptación”, apuntó.

Además, indicó que “todas las personas en la Tierra deben estar protegidas por un sistema de alerta temprana para 2027” y que hacen falta “medidas audaces” para responder a las crecientes pérdidas y daños derivadas de los episodios climáticos extremos, de manera que todos los países acuerden poner en marcha un Fondo de Pérdidas y Daños.