"Aquí (en el partido) no sobra nadie. Yo pienso que no hay que retirar de enmedio a nadie. Cuando acabe el debate interno cada uno se situará donde le corresponda", untualiza el presidente de la Cámara Alta.

Laborda considera que la renovación del partido socialista no consiste en fijarse sólo en las personas, sino que el debate de verdad está en el terreno de las ideas. En su opinión, la crisis que atraviesa el PSOE la tendrán que pasar todos los partidos, "porque ha acabado un ciclo de la vida política: la transición, la consolidación democrática, la apertura hacia Europa. Dieciséis años después, todo debe ser renovado".

Tras señalar que es necesario conviir con las minorías alternativas, Laborda pone de relieve que él echa en falta en el PSOE una corriente de opinión que esté situada a la izquierda de la mayoría.

En este sentido, explica que, con todo el respeto que le merecen sus compañeros de Izquierda Socialista, esta corriente nunca ha tenido un pensamiento econóimico alternativo al de la mayoría, al que luego aplica el Gobierno. A su juicio, si hubiera habido más alternativas, las relaciones con UGT "se habrían podido mantener en mejores términos.

En cuanto a la función del Senado en la nueva etapa política, Laborda subraya que, según la definición de la Constitución, a la institución que preside no hay que pedirle que sea una cámara territorial.

"NO DECIR AMEN"

"Nuestra función", señala, "es hacer leyes y las hemos hecho muy bien. Hoy nuestra función no es decir amén a las leyes que nos vienen del Congreso; es mejorar esas leyes".

Respecto a las acusaciones de corrupción y de financiación irregular en los partidos políticos, Laboda admite que es posible que haya habido tales prácticas, aunque destaca que son los tribunales los que tienen la última palabra.

Sobre este punto, el presidente del Senado se muestra favorable a que los parlamentarios tengan que declarar sus bienes, aunque pide igual trato para los abogados, procuradores de tribunales, jueces y fiscales.

Finalmente, sobre las relaciones entre políticos y periodistas, estima que no debe haber complicidades ni relaciones de amiguetes entre ambas partes.

"Las os profesiones son autónomas y deben establecerse con respeto a la verdad y a la profesión de cada uno. No se salva el político hundiendo al periodista, pero tampoco se salva el periodista hundiendo al político", concluye.