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Cultura

Luis Mateo Díez: “Nada me interesa menos que yo mismo”

Madrid
SERVIMEDIA

El escritor leonés Luis Mateo Díez recibió este martes el Premio Cervantes 2023 reconociendo su “precaria incapacidad para escribir lo que me pasa, lo que en mi existencia ocurre, lo que mi biografía propone”. “Nada me interesa menos que yo mismo”, aseveró, para, a continuación, explicar que, en su escritura, siempre ha optado por “la búsqueda de lo ajeno”.

Así lo puso de manifiesto en su discurso de aceptación del Premio Cervantes en el marco de un acto, presidido por los Reyes, que tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) en el que estuvieron presentes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; la alcaldesa de Alcalá de Henares, Judith Piquet; el rector de la UAH, José Vicente Saz; la directora general del Libro, del Cómic y la Lectura, María José Gálvez; el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero; y el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, entre otras autoridades.

El acto comenzó con la llegada de las autoridades al Aula Magna a los sones del himno nacional interpretado por la Orquesta Ciudad de Alcalá. A continuación, Urtasun abrió el turno de parlamentos, con un discurso en el que confesó su satisfacción por participar por primera vez como ministro en “la gran fiesta de las letras hispánicas”, una ocasión que le propició la oportunidad de manifestar su admiración por Luis Mateo Díez.

El titular de Cultura evocó la infancia de Luis Mateo Díez en su Villablino (León) natal, reseñando ese “desván crucial” para su “formación literaria y lectora”, esa “especie de madriguera” donde se entregó al “descubrimiento y misterio de lo imaginado” gracias a “cajones de libros requisados durante la Guerra Civil y la posguerra”, como ‘Corazón’, de Edmundo de Amicis, título prohibido en la dictadura.

Luego de precisar que el autor leonés “se desenvuelve con fascinación máxima” en “los espacios de la novela corta”, ensalzó el “lenguaje marcado por la precisión, el término exacto que bebe, en gran medida, de la tradición oral del filandón de su infancia”.

Agradeció a Luis Mateo Díez el universo literario que ha conformado en el que “brilla lo cervantino” y el “continuo enriquecimiento de la lengua española que irradia en todas sus obras”.

A continuación, María José Gálvez leyó el fallo del jurado del Premio Cervantes 2023, paso previo a la recepción de la medalla y de la escultura conmemorativa del máximo galardón de las letras españolas por parte del galardonado, que fue recibida con una larga ovación por el auditorio.

“NIÑO DE POSGUERRA”

En su discurso, Luis Mateo Díez celebró “haber sido dueño de una infancia que, sin ser exagerado, encaminó mi destino de escritor”, a pesar de haber sido “un niño de posguerra”, un tiempo histórico caracterizado por “el apego de tristeza y desolación por las pérdidas en las familias y vecindarios”.

Afirmó que un “niño escritor” no es “ejemplo de nada particularmente valorable” y, en su caso, reconoció la importancia de “las fuentes de oralidad de las culturas populares”, en referencia al filandón, y de los textos que “algunos maestros nos leían en las aulas por las mañanas”.

En ese sentido, confesó que “el libro que escuché con mayor deleite y aprovechamiento” fue ‘Don Quijote de la Mancha’, una mañana en la que “la nieve del invierno del valle nos robaba el recreo”, y apuntó que Don Quijote no era un héroe similar a los que aparecían en los tebeos y las películas, sino “un antihéroe, un reincidente perdedor, abocados a las perdiciones y a los fracasos por muy ensoñados que se forjaran”.

Esto le sirvió para admitir que en los personajes de sus primeras obras se insinuaba “una incierta imagen quijotesca”, preludio de una poética de narrador marcada por “la heroicidad del perdedor cervantina y quijotesca”.

ESCRITURA DE LO AJENO

El escritor leonés transmitió su “precaria incapacidad para escribir lo que me pasa, lo que en mi existencia ocurre, lo que mi biografía propone”. “Nada me interesa menos que yo mismo”, aseveró.

A pesar de ello, puntualizó que de “esta radicalidad sospechosa pero no mendaz” procede lo que considera narrativamente importante: “contar la vida con la búsqueda de lo ajeno” y recalcó que “lo que no es mío es de otros, y de esos otros, en la ficción, pretendo apropiarme a partir de la invención”.

Luis Mateo Díez rememoró que en sus inicios como escritor “la pasión de escribir se compaginaba durante muchos años con la indolencia de hacerlo”, una contradicción que “la propia edad fue corrigiendo” al atemperar “las vehemencias de la juventud”.

Ahora, continuó, se encuentra en algún punto de una obra en la que espera que “la reiteración no suponga repetición” y en la que debe todo a sus personajes, a los que situó alejados “del héroe invernal de mi infancia”: Don Quijote. “A ellos vivo entregado, ya que son ellos quienes me salvan a mí”, concluyó.

GRAN FABULADOR

Por su parte, Felipe VI atestiguó que la obra de Luis Mateo Díez sobresale por su “calidad artística” y por un dominio del lenguaje que “nos aproxima al enigmático proceder del ser humano en múltiples circunstancias”, lo que provoca que en cada título el escritor leonés proponga “nuevos retos” y amplíe su “original imaginario, acrecentando el legado de los grandes fabuladores de la literatura universal”.

Del escritor leonés evocó “su deuda con las literaturas populares porque realizó el aprendizaje de lo imaginario en la tradición de la oralidad” y el “importante papel que tuvo en su niñez la biblioteca familiar y el hecho de que su padre, Florentino, velara siempre porque los clásicos, los griegos, los latinos y nuestros escritores del Siglo de Oro despertaran en él -y en sus hermanos- la mayor atención e interés”.

El Rey subrayó que “la imaginación y la memoria constituyen, junto con la palabra, la base de su obra” y apuntó que el escritor leonés ha considerado la ficción como un viaje cuyo arquetipo “se asienta en el género novelesco”.

Manifestó que inspirado en la “sugerente idea de la provincia del hombre”, planteada por Elías Canetti, Luis Mateo Díez “fue consciente de su necesidad de apropiarse de una provincia imaginaria”, que en su caso fue Celama, “un hallazgo y un destino” en el que “confluyen mito, imaginación y memoria”, que es “metáfora del crepúsculo de las culturales rurales que profundiza, a su vez, en la misteriosa condición del ser humano”.

En ese sentido, sugirió que “este paisaje imaginario tiene cierto correlato con el real, con el Páramo Leonés donde transcurrieron algunos veranos del escritor, sobre todo cuando la vida de sus padres llegaba a su fin”.

En cada una de sus obras, concluyó Felipe VI, “plantea nuevos retos y expande su original imaginario, acrecentando el legado de los grandes fabuladores de la literatura universal”.

El acto concluyó con el himno universitario ‘Gaudeamus igitur’, tras el cual las autoridades, el premiado y sus familiares y allegados se hicieron una foto de familia.

(SERVIMEDIA)
23 Abr 2024
MST/gja