El estudio, realizado en 504 niños, demostró que los hijos de madres fumadoras son seis veces más propensos a fumar años más tarde, mientras que los de padres fumadores tienen tres veces más probabilidad de tener el mismo vicio de mayores.

"Los padres no se dan cuenta de lo mucho que influyen en sus hijos. Ellos piensan que con decirles a sus hijos 'yo fumo pero tú no debes hacerlo nunca' ya es suficiente, pero no. Esta influencia es difícil de contrarrestar", afirmó la directora del estudo, la doctora Christine Williams, directora del centro de salud infantil de la Fundación Americana de Salud, de Nueva York.

El 46% de los niños entrevistados pensaban que fumar está muy bien, y el 55% de ellos aseguraban que fumarían cuando fueran mayores. "Esto pone de manifiesto que los niños, desde una edad muy temprana, ya se están formando actitudes sobre lo que consideran atractivo y lo que no", explicó la doctora Williams.

El estudio subraya la importancia de los buenos modelos a seguir enla vida. "Los niños quieren a sus padres y les gustaría ser como ellos. Si sus padres fuman, estos pequeños pensarán que eso está bien", agregó.

Aunque la doctora Williams está de acuerdo en que la influencia de los amigos fumadores es definitiva para los jóvenes, piensa que lo que los pequeños ven en sus hogares desde su infancia les impresiona mucho más.