La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los niños con concentraciones en sangre de este metal de 200 microgramos por litro (mgr/l) presenta efectos hematológicos.

Los primeros efectos sobre el sistema nervioso periférico comienzan a manifestarse a partir de los 400-500 mgr/l, según la OMS. Estos efectos comprenden convulsiones, alteraciones de la conducta, retraso mental, irritabilidad, problemas de coordinación y falta de destreza.

Comparados con los adultos, los niños absorben mayor cantidad de plomo por unidad de peso a través del aire o los alimentos. Al llevarse las cosas a la boca, quedan expuestos al plomo presente en el polv, la tierra o algunos objetos.

Las pinturas, que contienen plomo, constituyen una de las fuentes con mayor concentración del entorno infantil. Los riesgos para los niños que tienen acceso a estas pinturas son muy elevados, según Unicef y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Estudios realizados por el PNUMA indican que la mayoría de las personas con antecedentes normales de exposición a este metal presentan niveles sanguíneos de plomo de 100-200 mgr/l. Pero las diferecias son abultadas de una ciudad a otra. En Estocolmo, por ejemplo, se registran valores inferiores a 100 mgr/l, en Ciudad de México son 230 y en Bangkok llegan hasta los 340.

La media de Estados Unidos son 140 mgr/l, pero un estudio realizado en Baltimore reveló que el 90 por ciento de un grupo de 333 lactantes residentes en el centro de la ciudad presentaban concentraciones sanguíneas de plomo superiores a los 300 mgr/l y alrededor del 26 por ciento superaban los 600 mgr/l.

También se ha comproado que los alimentos de venta callejera en las ciudades presentan un elevado contenido en plomo.