Así lo indicó en el discurso que dirigió en el Palacio Apostólico Vaticano a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, con motivo de su asamblea plenaria. El texto fue ledo por el sacerdote italiano Pierluigi Giroli.

"Ante el escándalo de los abusos y el sufrimiento de las víctimas, podemos desanimarnos, porque el desafío de reconstruir el tejido de las vidas rotas y sanar el dolor es grande y complejo", prosiguió Francisco que aconsejó que el compromiso contra esta lacra "no debe fracasar".

"De hecho, os animo a seguir adelante, para que la Iglesia sea siempre y en todas partes un lugar donde todos puedan sentirse como en casa y donde cada persona sea considerada sagrada", agregó.

Para Francisco, el "ministerio eclesial de protección, la cercanía a las víctimas de abusos no es un concepto abstracto: es una realidad muy concreta, hecha de escucha, intervenciones, prevención y ayuda" a la que "todos" están llamados.

Además, sentenció, la escucha debe ser una premisa y además prfoesionalizada: "No debe suceder que estos hermanos y hermanas no sean acogidos y escuchados, porque esto puede agravar enormemente su sufrimiento. Es necesario cuidarlo con compromiso personal, así como es necesario hacerlo con la ayuda de colaboradores competentes".

Finalmente, el Papa aseguró que el abordaje de los abusos en el seno de la Iglesia "se realiza de forma confidencial, como debe ser por respeto a las personas". "Pero, al mismo tiempo, sus frutos deben hacerse visibles: debe ser conocido y visto el trabajo que realizáis acompañando el ministerio de protección de las Iglesias locales", aseveró.