Las mismas fuentes descartaron que el artefacto pudiera proceder de ETA dada su escasa potencia, ya que llevaba poca cantidad de explosivo, y por el hecho de que no contenía metralla.

El paquete, de unos 300 gramos de peso, se encontraba en una vagoneta de correo internacional, en el subterráneo del edificio. Al explotar, hacia las 10 de la noche, causó heridas leves en la espalda y en los oidos a dos empleados de Correos, que fueron dados de alta poco después de ingresar en el Hospital del Mar.

Según el Gobierno Civil de Barcelona, el artefacto, cuya composición esudia la policía, tenía el tamaño de un libro grande e iba dirigido a algun país extranjero por vía aérea.