Los manifestantes, que calificaron a Dávila de traidor ("Dávila, cabrón, irás al paredón", fue uno de los lemas que más repetidamente corearon), prometieron que agotaran todos los medios hasta lograr que el nuevo titular de la diputación dimita.

Los simpatizantes de Casimiro Hernández le pasearon a hombros por las calles céntricas de la capital, con gritos de conmemoración del 18 de julio de 1936, fecha del alzamiento de las fuerzas del Movimiento Nacional, y vivas a Franco y a su régimen dictatorial. En ese clima de excitación, los concentrados acudieron al edificio de la corporación provincial, con el ánimo de agredir a Dávila, pero no pudieron lograr su objetivo.

Al que sí hallaron fue a José Luis Sagredo, presidente del CDS de Salamanca y ex consejero de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, que tuvo que saltar del edificio por una ventana, hasta que le pudo rescatar la policía, no sin que previamente los manifestantes le causasen algunos golpes y contusiones.

Ante la imposiblidad de localizar al nuevo titular en la sede corporativa, los manifestantes optaron por trasladarse en coches a Palaciosrubios, localidad de la que Dávila es alcalde, pero tampoco le encontraron.

Las medidas de prevención del vecindario (contaron, incluso, con un dispositivo preparado para dar la alarma general desde el campanario de la iglesia, en caso de necesidad) y la presencia de una docena de miembros de la Guardia Civil, que tomaron posiciones en los lugares estratégicos del pueblo, evitaron os incidentes.

Palaciosrubios, localidad situada a unos 54 kilómetros de la capital de la provincia, tiene en la actualidad cerca de mil habitantes.