En un artículo publicado en la revista de la asociación, bajo el título "Comisiones de investigación: los riesgos de un ataque de nervios", Perfecto Andrés dice que la función del investigador "está tan reñida con la del censor político-moral como, más todavía, con la del verdugo".

Agrega que una comisión de investigación no puede ser intrumento para "la ejecución sacrificial de auténticas penas infamantes" ni tampoco puede ser utilizada "como cínica vía de escape (comisiones de estudio o de despiste) para huir de situaciones políticamente comprometidas".

Perfecto Andrés, presidente de la sección 15 de lo Penal de la Audiencia Provincial de Madrid, estima en su artículo que en España se ha pasado "sin solución de continuidad de un nada que investigar a la desordenada yuxtaposición de momentos de fiscalización" sobre lo que pueden tenr de criminalmente relevante dos únicos asuntos, en referencia a los casos Rubio y Roldán.

En su opinión, estos aspectos son competencia exclusiva de la jurisdicción, ya que la función de las comisiones de investigación no es organizar procesos paralelos manejando los misms datos e incidiendo sobre aquellos extremos de las conductas bajo sospecha que podrían estar contemplados en el Código Penal.

El magistrado agrega que una vez constatados indicios bastantes de criminalidad, los investigadores tndrían que trasladar a la jurisdicción lo que es suyo y a las comisiones de investigación "la tarea no pequeña ni irrelevante de profundizar en las causas políticas de semejante explosión de miseria en el corazón de las instituciones y de sospechosa y recalcitrante ceguera en los últimos responsables de las mismas".

Perfecto Andrés también critica en su artículo la reacción que causó en el Congreso la petición de información que la magistrada del 'caso Roldán' cursó al presidente de esta comisión parlmentaria.

También censura el papel del fiscal en estos casos, del que dice que es "hijo de un modelo trufado de subordinación y dependencia del Gobierno, que se ha manifestado objetivamente funcional al vigente y lamentable estado de cosas. Un modelo de organización del fiscal del que Berlusconi no tardará en enamorarse, si es que no lo ha hecho ya".