La autora del estudio sometió a seis voluntarios a pruebas de resonancia magnética para comprobar cómo reaccionaban sus cerebros ante los estímulos que recibían cuando les hacían cosquillas.

Balkemore comprobó que cuando una máuina hacia cosquillas a los voluntarios, sus cerebros no reaccionaban intentando amortiguar este estímulo.

Por el contrario, cuando se hacían cosquillas a si mismos, el cerebelo reaccionaba enviando una señal a otras partes del cerebro para amortiguar la respuesta.