Ciencia

La peste negra tuvo un impacto discreto en la Península Ibérica

MADRID
SERVIMEDIA

La peste negra asoló Europa, Asia occidental y el norte de África entre 1347 y 1352, y está documentada como la pandemia más infame de la historia, pero un nuevo estudio apunta que su mortalidad no fue tan homogénea como han reflejado los libros de Historia, sino que tuvo un impacto desigual, con efectos devastadores en Escandinavia y Francia, y repercusiones menores en la Península Ibérica e Irlanda.

Los historiadores han calculado que hasta el 50% de la población europea murió durante la pandemia y atribuyen la peste negra a la transformación de las estructuras religiosas y políticas, que incluso precipitaron grandes transformaciones culturales y económicas como el Renacimiento.

Aunque la investigación del ADN antiguo identificó 'Yersinia pestis' como el agente causante de la peste negra e incluso rastreó su evolución a lo largo de milenios, los datos sobre los impactos demográficos de la plaga aún están poco explorados y comprendidos.

Un nuevo estudio, en el que participaron investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en la revista 'Nature Ecology and Evolution', demuestra que la mortalidad de la peste negra en Europa no fue tan universal ni tan extendida como se pensaba.

Los investigadores analizaron muestras de polen de 261 sitios en 19 países europeos modernos para determinar cómo cambiaron los paisajes y la actividad agrícola entre 1250 y 1450, aproximadamente 100 años y 100 después de la pandemia. Su análisis respalda la devastación experimentada por algunas regiones europeas, pero también muestra que la peste negra no afectó a todas las regiones por igual.

“Hemos descubierto que la considerada peor pandemia de la historia tuvo un impacto devastador en algunas regiones, como Escandinavia o Francia, mientras que en otras, como en Irlanda o la Península Ibérica, el impacto fue mucho más discreto”, expone Reyes Luelmo, investigadora en el grupo de arqueología medioambiental del Instituto de Historia del CSIC.

ANÁLISIS DE POLEN

El análisis de polen permite una reconstrucción muy fidedigna de la historia de la vegetación y del desarrollo de las actividades económicas relacionadas con la agricultura y la ganadería. El polen permite reconstruir la señal que indica cómo interaccionan los humanos con el entorno.

Según la actividad humana desarrollada en una zona, cambia la cantidad de algunas especies y la presencia o ausencia de otras, y, por tanto, del polen que desprenden y que queda almacenado en los suelos. “Gracias a estas reconstrucciones, podemos saber cómo era la relación de nuestros antepasados con el paisaje que habitaban, si se dedicaban a la agricultura y a la ganadería o si estas dinámicas cambiaban por alguna razón”, explica Luelmo.

La peste negra fue una enfermedad que tuvo un gran impacto en la población, así que implicó cambios en la forma en la que las comunidades podían relacionarse con el medio.

“Supuestamente, una epidemia con tal caída demográfica habría provocado por entonces que los bosques se recuperaran ante un menor impacto humano sobre ellos y, en paralelo, que tanto la agricultura como la ganadería sufrieran una notable deceleración o incluso cese absoluto", señala José Antonio López, investigador del Instituto de Historia del CSIC.

De este modo, el retroceso de las actividades agropecuarias habría provocado un avance de los bosques, que desprenderían mayor cantidad de polen. Este se depositó en los suelos y quedó fosilizado.

VARIACIONES GEOGRÁFICAS

La paleoecología o estudio de esporas y polen de plantas fósiles es una herramienta que permite descubrir los impactos demográficos de la peste negra. “Llega allí donde a veces los documentos históricos no alcanzan”, recalca Luelmo.

Esto se debe a que las presiones humanas sobre el paisaje en la época preindustrial, como la agricultura o la tala de plantas autóctonas para la construcción, dependían en gran medida de la disponibilidad de trabajadores rurales. “Un estudio palinológico como el que hemos desarrollado aquí vale para la Edad Media y para cualquier periodo histórico”, añade la investigadora del CSIC.

Usando un nuevo enfoque llamado Paleoecología de Big-data (BDP), los investigadores analizaron 1.634 muestras de polen de sitios de toda Europa para ver qué plantas crecían en qué cantidades y, por lo tanto, determinar si las actividades agrícolas en cada región continuaron o se detuvieron, o si eran silvestres y las plantas volvieron a crecer mientras se reducía la presión humana.

Sus resultados muestran que la mortalidad de la peste negra varió ampliamente, con algunas áreas sufriendo la devastación por la que la pandemia se ha hecho conocida y otras experimentando un impacto mucho más ligero.

Las fuertes disminuciones agrícolas en Escandinavia, Francia, el suroeste de Alemania, Grecia y el centro de Italia respaldan las altas tasas de mortalidad atestiguadas en fuentes medievales.

Por el contrario, gran parte de Europa central y oriental, y partes de Europa occidental, incluidas Irlanda y la Península Ibérica, muestran evidencia de continuidad o crecimiento demográfico ininterrumpido.

NINGÚN MODELO ÚNICO

Una de las razones por las que estos resultados sorprenden es que muchas de las fuentes cuantitativas que se han utilizado para construir los estudios de caso de la peste negra provienen de áreas urbanas que, a pesar de su capacidad para recopilar información y mantener registros, también se caracterizaban por el hacinamiento y las malas condiciones sanitarias. Sin embargo, más del 75% de la población de todas las regiones europeas era rural a mediados del siglo XIV.

El nuevo estudio muestra que, para comprender la mortalidad de una región en particular, los datos deben reconstruirse a partir de fuentes locales, incluido el BDP como método para medir el cambio en los paisajes culturales.

“No existe un modelo único de 'pandemia' o 'brote de peste' que se pueda aplicar a cualquier lugar en cualquier momento sin importar el contexto”, indica Adam Izdebski, líder del grupo de Paleociencia e Historia del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania), que añade: “Las pandemias son fenómenos complejos que tienen historias regionales y locales. Hemos visto esto con la covid-19, ahora lo hemos demostrado para la peste negra”.

Las diferencias en la mortalidad de la peste negra en toda Europa demuestran que era una enfermedad dinámica, con factores culturales, ecológicos, económicos y climáticos que mediaban en su diseminación e impacto.

(SERVIMEDIA)
09 Mar 2022
MGR/clc