Biodiversidad

Las rayas más grandes del mundo bucean a 1.250 metros para construir mapas mentales del océano

- Según un estudio

MADRID
SERVIMEDIA

Las mantarrayas oceánicas, que son las rayas más grandes del mundo, pueden bucear a 1.250 metros de profundidad para navegar y orientarse tras dejar las aguas costeras, y construir mapas mentales sobre el vasto océano.

Esa es la conclusión de un estudio realizado por 14 investigadores pertenecientes a instituciones de Australia, Estados Unidos, Indonesia, Nueva Zelanda o Perú y publicado en la revista ‘Frontiers in Marine Science’.

Muchas especies marinas conocen bien las profundidades de los océanos. Algunos animales, como ciertos tiburones, atunes o tortugas, realizan inmersiones extremas con frecuencia, mientras que este comportamiento se ha observado con menos frecuencia en otras especies.

Un equipo internacional de investigadores marcó mantarrayas oceánicas para comprender mejor su comportamiento de buceo profundo.

“Demostramos que, a gran distancia de la costa, las mantarrayas oceánicas son capaces de sumergirse a profundidades superiores a los 1.200 metros, mucho más de lo que se creía”, según Calvin Beale, de la Universidad de Murdoch (Australia).

Beale añade: “Estas inmersiones, asociadas con un mayor desplazamiento horizontal posterior, podrían desempeñar un papel importante para ayudar a las mantas a recopilar información sobre su entorno y navegar en mar abierto”.

BAJO EL MAR

El equipo marcó 24 mantarrayas oceánicas en tres sitios: Raja Ampat (este de Indonesia), cerca de Tumbes (frente a la costa norte de Perú) y en las proximidades de Whangoroa (norte de Nueva Zelanda).

Observaron el comportamiento de buceo de las mantas entre 2012 y 2022. Ocho de ellas, programadas para liberarse después de varios meses, se recuperaron tras flotar de regreso a la superficie. "Es todo un reto intentar detectar un pequeño objeto gris flotante con una antena corta que se balancea entre las olas junto con otros restos flotantes", indica Beale.

Los investigadores descargaron datos de alta frecuencia cada 15 segundos de las marcas recuperadas. Las 16 no recuperadas transmitieron datos resumidos vía satélite.

En total, se registraron 2.705 días de registro de datos. Durante 79 jornadas, las mantarrayas se sumergieron a profundidades extremas y alcanzaron un máximo de 1.250 metros. Un total de 71 de estas inmersiones extremas, definidas como a más de 500 metros de profundidad, ocurrieron en aguas de Nueva Zelanda.

Los datos mostraron que las mantas neozelandesas solían iniciar una inmersión extrema al día siguiente de abandonar la plataforma continental y adentrarse en aguas más profundas.

Esas inmersiones se caracterizaron por un descenso escalonado y un tiempo mínimo o nulo a profundidades máximas, lo que sugiere que los animales no se sumergieron a esta profundidad para buscar alimento o escapar de sus cazadores, algunos de los cuales pueden alcanzar profundidades de inmersión equivalentes.

En cambio, las mantas pueden usar señales como cambios en la intensidad y el gradiente del campo magnético terrestre, o muestrear cambios en el oxígeno, la temperatura e incluso los niveles de luz.

"Al sumergirse y 'muestrear' estas señales, podrían construir un mapa mental que les ayude a navegar por vastas extensiones de océano abierto sin características particulares", explica Beale. Tomar muestras a gran profundidad puede ser útil porque el entorno oceánico es más estable y predecible a grandes profundidades que en la superficie.

Estas inmersiones concluyeron con un ascenso gradual y largos períodos de recuperación en la superficie. A menudo, fueron seguidas por largos desplazamientos durante los días siguientes, con distancias de más de 200 kilómetros. Esto refuerza la teoría de que las inmersiones extremas podrían tener otras funciones además de la búsqueda de alimento.

BUCEO PROFUNDO

En Perú e Indonesia se registraron pocas inmersiones extremas, lo que podría deberse a la costumbre de las mantarrayas de permanecer en hábitats costeros menos profundos.

En Raja Ampat, por ejemplo, los mares son mayoritariamente poco profundos y los escasos corredores de aguas profundas resultan relativamente cortos, lo que reduce la necesidad de las mantas de buscar información de navegación.

En Nueva Zelanda, sin embargo, las mantarrayas oceánicas se desplazaban a través de hábitats marinos profundos donde el fondo marino desciende rápidamente, lo que hace posibles y necesarias las inmersiones extremas.

“Comprender la naturaleza y la función de las inmersiones profundas ayuda a explicar cómo los animales cruzan océanos vastos y aparentemente sin características particulares y conectan ecosistemas a miles de kilómetros de distancia”, señala Beale.

(SERVIMEDIA)
17 Oct 2025
MGR/gja