La exposición podrá visitarse desde este jueves, el 30 de octubre, hasta el 25 de enero en la Sala XXV del museo, donde se reunieron 152 piezas, fundamentalmente de colecciones españolas. Más de la mitad de las obras pertenecen a la colección de Onfray, que se expone por primera vez, seguidas por las del propio Museo del Romanticismo.

A ello se suman los préstamos de instituciones como el Museo del Traje-CIPE, la Biblioteca Nacional de España y la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y de diferentes colecciones particulares como las de Mario Fernández Albarés, Jordi Barón Rubí, la Fundación FBS-Colección FBS y la colección Domènech-Ballester, entre otras.

“Algunas obras de la muestra permiten adentrarse en los gabinetes fotográficos de la época y sus tocadores, que, en los estudios más prestigiosos, como el de Alonso Martínez, ofrecían cosméticos, vestidos o adornos. Pese a ser lugares inspirados en el ideal femenino burgués del XIX, las retratadas convirtieron el posar en una forma de expresión y, muchas veces, de subversión”, explicó el Museo.

Partiendo de este contexto, la muestra se organiza en cuatro ámbitos, comenzando por un análisis de la ‘Iconografía de lo femenino’, es decir, de la representación fotográfica de los arquetipos conservadores ligados a la maternidad, la religión, la moralidad o el buen gusto. La segunda sección, ‘El cuerpo como obra’, aborda el lenguaje no verbal de las mujeres fotografiadas, que se empezó a concebir como dispositivo expresivo.

En su tercer ámbito, la muestra desarrolla el concepto de ‘Metafotografía’, manifestaciones que trascendían la función puramente visual de la imagen, dotándola de un sentido personal y emocional que aún hoy perdura. La última sección mira ‘Hacia la modernidad’, explorando el modo en que 'Retratadas' utilizaron la fotografía como herramienta de emancipación profesional e introspección personal, al posar simulando sus actividades laborales, artísticas o cotidianas.