Después de visiar la capilla ardiente de Ramón Rubial en la sede del PSE-PSOE de Bilbao, Guerra recordó que el presidente del Partido Socialista siempre tuvo una visión de la política "de no ahondar en las diferencias, sino de acercar posiciones" para evitar la violencia de cualquier tipo, y subrayó que combinaba en su carácter la firmeza de sus posiciones con un dulzura extrema en el trato.

Guerra recordó a Rubial como trabajador metalúrgico, que paso 20 años en la cárcel por defender sus ideas, y después llegó a sr presidente del Consejo General Vasco y el hombre que defendió el socialismo y llegó a ser presidente de su propio partido.

Asimismo subrayó la sensatez que mantuvo Rubial en los momentos "más complicados de los españoles", pero afirmó que lo que llega directamente al corazón de quienes convivieron él fue su talla humana, "irreprochable, implacable con la hipocresía", y su gran capacidad para impregnar de tolerancia todo lo que hacía.

"Aunque miles de socialistas podrán seguir la estela de su ejmplo", Guerra aseguró que "solamente ha habido un Ramón Rubial en la historia del PSOE y no podrá haber ninguno más, porque él es completamente irrepetible".

Guerra, que llegó a la capilla ardiente acompañado por el secretario general de los socialistas vascos, Nicolás Redondo Terreros, y por el presidente del PSE-PSOE, José María Benegas, fue recibido con aplusos por las decenas de personas congregadas en las puertas de la sede del PSOE.

De la misma forma, con aplausos, recibieron también minuto después al secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, y al secretario de Política Autonómica, Ramón Jáuregui.