En ese sentido, el teólogo añadió que "salvo esa incidencia" de recuperar "una lengua totalmente perdida" a través de la misa, "no sé a quien le puede interesar volver al latín".

No obstante, Tamayo reivindicó la vuelta al estudio del latín, ahora que ni siquiera se imparte en el bachillerato, por considerar que "es una lengua muy agradecida en cuanto a etimologías y, por tanto, a semántica".

A su juicio, las misas en latín provocarían la disminución de la asistencia de los fieles a los templos. "Es una manera de ir vaciando las iglesias y convertirlas en museos y en lugares de visita turística", indicó.

"También es colocar la celebración de la misa en un espacio marginal y fomentar otro tipo de devociones populares, El problema está en que según el Concilio Vaticano II, la eucaristía es el centro de la vida cristiana y si el centro de la vida cristiana se celebra en una lengua no entiende se convierte en algo marginal", concluyó.