Estas cuatro pesetas kilo es el coste de destrucción de los residuos cárnicos (MER), después de ser convertidos en harinas, que el Ministerio de Agricultura dejará de financiar en 2002 y correrá a cargo de los productores, que a su vez lo trasladarán a los consumidores vía precios.

Arias Cañete considera que los costes de gestión de los residuos cárnicos debe afrontarlos el sector que los produce, como sucede con cualquier tipo de residuos. "La prioridad del Gobierno no es que os productores sean los que paguen, sino que los costes deben trasladarse en la cadena de alimentación hasta el consumidor", apuntó el ministro.

Asimismo, justificó el recargo en el precio en que "los consumidores tienen ahora una garantía en la calidad de la carne que no tienen en ningún otro producto. Está sometida a un análisis individualizado, que atestigua que no tiene ningún efecto nocivo para la salud. Y eso tiene un coste".