Las organizacines ecologistas han pedido el cierre de Zorita y Santa María de Garoña (Burgos), por considerar que la seguridad no está garantizada en ninguno de los dos casos.

Santa María de Garoña entró en explotación comercial en mayo de 1971. El suministrador es General Electric Co. y tiene un reactor de agua ligera en ebullición (BWR).

El año pasado se inspeccionó el barrilete de la vasija, tras detectarse la aparición de grietas en dos soldaduras, y todas las bombas de chorro, ya que también surgió una greta pasante en una de las tuberías que las alimenta.

Los ecologistas mantienen que tanto estas anomalías como las que han aparecido en Zorita están motivadas en buena parte por la antigüedad de las dos plantas nucleares, que son las más antiguas del parque nuclear español.

Hace unas semanas, la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza (Aedenat) denunció deficiencias en el sistema contra incendios de Santa María de Garoña, que, según los ecologistas, impedirían su correcto funcionamiento n caso de accidente.

Tanto el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) como la empresa explotadora de la central negaron que el sistema presentara anomalías que pusiera en riesgo la seguridad de la población y los trabajadores.

Aunque Zorita y Garoña han centrado durante los últimos meses parte importante de las críticas de los sectores antinucleares, no son las únicas centrales españolas en las que han surgido anomalías significativas.

Ascó (Tarragona) y Almaraz (Cáceres) deberán cambiar los geneadores de vapor, como consecuencia de un fallo de diseño detectado en los equipos suministrados por Westinghouse.