Así lo ha transmitido la institución en una nota de prensa emitida con motivo de la celebración de la Semana de la EPOC, que tiene lugar este año del 12 al 18 de noviembre, en la que destaca la importancia de esta disciplina sanitaria en el tratamiento de esta enfermedad.

“El aporte del fisioterapeuta en el tratamiento de la EPOC es fundamental, no solo en educación y prevención, sino también en el tratamiento de los pacientes en aquellas fases de reagudización de la enfermedad y en el periodo de reeducación del esfuerzo”, asegura Aurora Araujo, decana del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.

En este sentido, los objetivos de la fisioterapia respiratoria están encaminados principalmente a disminuir la disnea, mejorar la eliminación de secreciones y la posibilidad de infección de las mismas, aumentar la tolerancia al esfuerzo y al ejercicio, aumentar la independencia del paciente y, en definitiva, mejorar su calidad de vida y bienestar general.

Así, el fisioterapeuta trata al paciente con EPOC con técnicas específicas destinadas a facilitar la educación respiratoria, la higiene bronquial y el automanejo de la enfermedad, así como para ayudarle a automanejar la enfermedad. Además, la elaboración de programas de ejercicio terapéutico y de reentrenamiento al esfuerzo, son otras de las competencias asignadas al fisioterapeuta.

Con el objetivo de mejorar la función respiratoria del paciente y mejorar sus síntomas, así como de prevenir la aparición de la enfermedad, el Cpfcm recomienda además algunas pautas importantes como son, evitar el tabaco y los ambientes contaminados en la medida de lo posible, así como seguir una alimentación correcta que favorezca un mantenimiento de una mejor calidad de vida.

Asimismo, la práctica de ejercicio de forma regular, ser constante en el tratamiento farmacológico pautado por el médico y seguir los calendarios de vacunación antigripal, son otras de las pautas que hacen los fisioterapeutas para mejorar la situación de estos pacientes.

Y es que la EPOC es un trastorno pulmonar irreversible que se caracteriza por la obstrucción progresiva de las vías aéreas, provocando que la persona que lo padece sufra disnea o falta de aire al respirar, tos crónica e infecciones respiratorias y cuya incidencia ha crecido en España más de un 60% entre 1990 y 2015.