Según explicó a Servimedia un portavoz de la patronal aérea, este impuesto tendría un efecto muy negativo en el sector, ya que frenaría su crecimiento y con ello la conectividad aérea, el turismo y, por ende, la economía y el empleo.

Además, aseguró que el sector está totalmente comprometido con la sostenibilidad de la aviación, acometiendo un importante esfuerzo inversor en renovar su flota en su apuesta por la sostenibilidad medioambiental.

Para Aceta, la propuesta belga solo tiene una finalidad recaudatoria que no guarda relación alguna con la reducción de emisiones, por lo que aboga por buscar propuestas alternativas, como por ejemplo el uso de biocombustibles en la aviación.

Además, recuerda que la aviación se rige por el régimen de comercio de derechos de emisiones de gases de efecto invernadero con vistas a la ejecución en 2020 del Acuerdo de la organización Internacional de Aviación Civil (OACI), un acuerdo internacional que aplica una única medida de mercado global a las emisiones de la aviación internacional. Por tanto, concluye que la tasa que propone Bélgica chocaría con lo establecido por la propia OACI, pues desoye el Plan de reducción de emisiones de CO2 para la aviación aprobado en 2016.