Entrevista

Una vida de superación

De enfermera con coche, a voluntaria invidente que lee para ancianos, niños y enfermos mentales

- Paqui Ayllón cuenta su vida en el libro 'La Lectora Ciega'

Madrid
SERVIMEDIA

Paqui Ayllón trabajó de enfermera matrona en el Centro de Salud Alcalá Del Valle (Cádiz) hasta el año 2000. Ahora visita como lectora voluntaria geriátricos, colegios y centros de personas con problemas de salud mental. Antes ponía vías, daba puntos de sutura y tomaba la tensión. Ahora imparte charlas sobre discapacidad y sobre los perros guía en colegios, institutos y escuelas de hostelería. Paqui conducía su propio coche. Ahora no se separa de Meadow, su perro guía, a quien define como "sus ojos".

Entre una vida y otra han pasado más de 20 años, una enfermedad rara llamada retinosis pigmentaria, una depresión, la ceguera.... Muchos cambios y dos constantes en la vida de esta mujer positiva y jovial: el cuidado a los otros y el amor a los libros. Así lo resume en una entrevista a Servimedia con motivo de la presentación en la sede de la ONCE en Madrid de su primer libro, 'La Lectora ciega' (La Esfera de los Libros), donde plasma todas sus peripecias.

Paqui confiesa que no se siente escritora, "sino lectora", y que si esto se lo dicen hace cinco años, se lo habría tomado a broma. Fue la escritora Elvira Lindo quien se acercó a ella hace unos años. Lindo lo cuenta en el prólogo de 'La Lectora Ciega', donde recuerda la tranquilidad que Paqui y su perro le transmitieron mientras daba una charla en la Universidad de Cádiz.

Al terminar la conferencia, se acercó a ellos, y así fue como conoció a Paqui. De la mano de Elvira, Paqui llegó al programa de radio 'La ventana' de la Cadena Ser, y una responsable de la editorial La Esfera de los Libros escuchó su historia y se interesó.

"Cuando me llamaron, pensé que me propondrían contar mi vida, pero que otro autor la escribiría, así que cuando me propusieron ser yo la escritora, no me lo podía creer". "Fue un regalo de Navidad", asegura Paqui, quien describe a Lindo como su "hada madrina".

Poco a poco, 'La Lectora Ciega' fue tomando forma.

A lo largo de 20 capítulos, el libro recoge la infancia y la adolescencia de Paqui en El Puerto de Santa María, los primeros síntomas de su patología cuando ya trabajaba de enfermera, el momento del diagnóstico y cómo 'veía sin ver', 'la travesía del desierto' mientras perdía visión, 'los tropiezos y pinchazos' que sufrió mientras tanto, la ceguera total y cómo salió adelante.

La obra describe lo que supone la retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa cuyo diagnóstico final es la ceguera, aunque "nadie puede decirte cuándo será ese día".

"En mi caso fueron más de 20 años", recuerda Paqui, que "comenzaron con coches que salían de repente en la carretera, bolas de billar que aparecían y desaparecían, gente que se te venía encima...". "Al principio el campo de visión se estrecha pero tú no te das cuenta. Pensaba yo que, o era muy torpe, o que las cervezas me habían sentado peor de lo normal".

El diagnóstico llegó tres años después, y el proceso de degeneración fue muy duro. "Seguía haciendo vida normal cada vez con menos visión, y hasta desarrollé mis propias técnicas para suturar sin tener que mirar el hilo", apunta.

Con todo, Paqui recuerda un momento crítico: "Fue cuando me pinché con una aguja que se había utilizado con un paciente de VIH. Ese fue un susto muy grande", admite con el pensamiento de que quizás alargó su actividad laboral "más de lo recomendable".

"Pero es que ese período hasta que me quedé ciega fue muy difícil. Fueron años de depresión y de muchos altibajos emocionales". A su juicio, "quizás habría sido más fácil perder la visión de golpe, porque cuando ya fui consciente de que no vería más, entonces empecé a tomar medidas definitivas".

Aprendió Paqui a utilizar el bastón y se hizo habitual de la biblioteca digital de la ONCE. Con todo, no se sentía segura al 100%, y se dio cuenta de que necesitaba un perro guía.

En España había mucha lista de espera, así que viajó a Rochester (EEUU), y pasó un mes allí, conociendo a Meadow. "Desde entonces, ella es mis ojos y mi brazo izquierdo". Me ha cambiado la vida. Con ella me olvido de que no veo".

VOLUNTARIADO

Una vez ganada la autonomía, Paqui quiso recuperar lo que siempre había sido su pasión a parte de la lectura: cuidar de la gente. Empezó a acompañar a una asociación de voluntarios de El Puerto de Santa María que acudían a geriátricos, hospitales y psiquiátricos para leer a los internos. "Esta asociación me "la recomendó un vecino para que viniesen a leerme. A mí me interesó por volver a tratar con la gente, y a los pocos meses, era yo quien leía a los demás".

Poesía, relatos cortos y cuentos... Paqui lleva su tablet y su móvil y, al tiempo que escucha los audiolibros, reproduce los textos en alto, con su voz limpia y armoniosa. "Muchos ya me los sé de memoria". Su experiencia como enfermera y como lectora voraz le sirve para escoger las lecturas que mejor se adaptan a cada caso. "A las personas con problemas de salud mental les gusta mucho la poesía, sobre todo la contemporánea, y a los ancianos, fragmentos de novelas clásicas", explica.

Paqui lee para grupos y está abierta a todas sus sugerencias. Además, visita colegios, institutos y escuelas de hostelería, donde imparte charlas sobre discapacidad e intenta que la gente se familiarice con los perros guía.

"Tengo miles de anécdotas que contar. Desde cuando me impidieron entrar con Meadow a La Alhambra hasta las miles de veces que le ofrecen comida o que otro dueño se acerca a ella con su perro para que jueguen". "Hay mucho desconocimiento sobre la labor que cumplen estos perros, que para nosotros son nuestros ojos y razos. Yo creo que me lee el pensamiento".

Por ello, el objetivo fundamental de este libro es difundir la labor de los perros guía, además de recaudar fondos para la investigación de la retinosis pigmentaria. Todos los beneficios de la obra se destinarán a la Fundación Española Contra la Ceguera, que es miembro de la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder). "Ellos canalizarán todo lo que recaudemos para un proyecto de investigación".

El libro concluye con ocho páginas de reconocimientos a decenas de autores, a los que esta lectora ciega tiene mucho que agradecer. "A Borges, que tenía mi misma enfermedad y cuyos poemas y relatos tan bien entendía yo"; a Eduardo Mendoza, porque "su detective loco me ayudó mucho durante los años de depresión"; a Juan Marsé, que "tanto me ha entretenido; a Luis García Montero, que "tiene un poema para cada momento de la vida"; a Elvira Lindo, cuyas 'noches de insomnio' en Nueva York se parecían tanto a las mías, a mi paisano Alberti...". Y a muchos otros que se han quedado fuera. Gracias a ellos, "mi vida es más bella", y la mejor manera de ayudar a otros es "darlos a conocer".

(SERVIMEDIA)
17 Mar 2019
AGQ/pai