En la sede del PSOE, a la que se dirigió Sánchez tras el debate, se extendió la idea de que el candidato socialista había contenido los envites de la derecha y lanzado con inteligencia los mensajes necesarios para darle a Pablo Iglesias el “abrazo del oso”.

Entre los mejores momentos de la noche destacan que Sánchez “descolocó” a Pablo Casado cuando se dirigió a él personalmente y le reprochó la acusación de que tiene las manos manchadas de sangre. Lo hizo al preguntarle directamente de qué color tiene las manos el líder popular después de que el PP haya firmado conjuntamente con Bildu 127 iniciativas en el Parlamento vasco.

Creen que ese momento, así como la descripción de la sede del PP en la calle Génova planta a planta detallando todo tipo de prácticas de corrupción protagonizados por dirigentes populares, dejaron "out” a Casado.

En el PSOE reconocen que Sánchez empezó nervioso pero se fue creciendo, ya que tenía la tranquilidad de que pondría el mejor broche final al debate porque le tocaba cerrarlo y a ello se sumaba su perfil institucional por ser el actual presidente del Gobierno.

Partiendo de que los debates no mueven votos, sino que sirven para “consolidar” a los afines, en Ferraz destacan que Sánchez afrontó un riesgo del que salió “ileso” frente a los que reclamaban insistentemente debates y “no han sabido aprovecharlo”.