Los expertos estiman que hacen falta otros 640 centros educativos para cubrir las necesidades de estos chavales. Y es que, actualmente, hay más de 500.000 niños rohingyas refugiados y que huyeron de Myanmar, donde sufren una violencia “extrema”, según la ONU.

El informe marca el segundo aniversario desde la llegada a Bangladesh de cerca de 745.000 personas de esta etnia. Hasta junio de 2019, Unicef y sus aliados han garantizado el acceso a educación a 192.000 niños, que se matricularon en 2.167 centros educativos, aunque todavía son insuficientes para llegar a toda la población.

“La mera supervivencia de los niños y adolescentes rohingya en Bangladesh no es suficiente”, recordó la directora ejecutiva de la organización humanitaria, Henrietta Fore. “Es absolutamente prioritario que estos niños reciban la educación que necesitan y que puede garantizarles un futuro a largo plazo”, añadió.

Según Naciones Unidas, ya se están implementando de manera progresiva materiales de enseñanza y aprendizaje más formales para los niños refugiados que estudian en los centros de los asentamientos.

No obstante, pidió a los gobiernos de Myanmar y Bangladesh que permitan el uso de recursos educativos nacionales, como los planes de estudio, manuales de aprendizaje y capacitación y métodos de evaluación para contribuir a que los niños tengan un aprendizaje “más estructurado”.

Asimismo, el informe alerta de que la situación de estos menores es tal que corren el riesgo de ser víctimas de traficantes que se ofrecen a sacarlos de Bangladesh, así como de los narcotraficantes que operan en la zona, mientras que “las mujeres y las niñas se enfrentan a un riesgo de acoso y abuso, especialmente durante la noche”.

"Nuestro objetivo es capacitar a los adolescentes, ayudarles a que adquieran las habilidades que necesitan para hacer frente a los riesgos que enfrentan, entre ellos la trata, el abuso y -en el caso de las niñas-, el matrimonio precoz", explicó el representante de Unicef en Bangladesh, Tomoo Hozumi.

Bajo el liderazgo del Gobierno de Bangladesh, las agencias humanitarias han logrado avances sustanciales en materia de salud, nutrición, agua y saneamiento, educación, protección y otros servicios básicos. Por ejemplo, ya se han establecido centros de salud en los asentamientos, en los cuales se prestan durante todo el día servicios médicos rutinarios para embarazadas y bebés. También se ha establecido una red de tuberías para llevar agua clorada a los grifos, ya que la diarrea y otras enfermedades transmitidas por el agua siguen siendo una amenaza.