La coordinadora técnica de Plena Inclusión España, Berta González; la directora de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Móstoles, Patricia Bezunartea; la responsable de Innovación Tecnológica en la Fundación Secretariado Gitano, Irene Rodríguez; y el CEO de Izada (Consultora para procesos de cambio e innovación en organizaciones sociales), Eduardo Cabrera, coincidieron en su apuesta por reenfocar los servicios sociales.

Según González, "en el mundo de la discapacidad ha habido una evolución, en la que se ha pasado de generar apoyos pensando en las limitaciones y en el déficit, con respuestas de cuidados totales, a una visión de la discapacidad en la que se entiende que estas personas son ciudadanos que tienen sus propios proyectos personales para los que hay que ofrecer soluciones".

"Históricamente ha habido muchas personas (administraciones, familias...) decidiendo cómo debía ser la vida (de los discapacitados, los mayores...)", prosiguió, cuando son ellos quienes deben hacerlo. "Hablamos de transformación cuando ponemos a las personas en el centro y nos preguntamos qué es importante para ellas y empezamos a poner los apoyos que precisan", agregó González. Resaltó cómo "hace ya años, en EEUU, las personas con discapacidad salieron a la calle bajo la consigna de 'nada sobre nosotros sin nosotros'".

La misma idea defendió Patricia Bezunartea, quien reflexionó sobre las "dificultades añadidas" de aplicar este nuevo modelo en los ayuntamientos. En su opinión, parte del problema se debe a que "los servicios sociales fueron pensados en los años 80 para la realidad social de los 80, por lo que ahora mismo nos encontramos con unos servicios muy desencajados respecto a las necesidades actuales".

A esto hay que añadir "una demanda altísima" fruto de la crisis, prosiguió, que supone que en la práctica "nos centremos en atender la emergencia, cuando el sentido de los servicios sociales no es ese". Reivindicó que los servicios sociales no pueden "quedarse atrás" respecto a estos nuevos modelos, que a su juicio implican también "un cambio cultural".

Recalcó que este nuevo planteamiento supone una nueva forma de pensar, y "si hay una institución concebida más para gestionar que para apoyar a las personas, esos son los servicios sociales".

Según Bezunartea, hasta ahora han sido los usuarios quienes se "han adaptado a lo que había (poco, mucho o regular)", y debemos transformarlos" para que sea al revés. La responsable de innovación tecnológica de Secretariado Gitano aseguró que son los propios usuarios, "sobre todo las generaciones más jóvenes", quienes demandan más servicios y participación.

Por su parte, Eduardo Cabrera destacó la necesidad de que la empresa privada se incorpore a este cambio y "trabaje por una sociedad más justa". "No puede actuar de forma subsidiaria y esperar a que las administraciones se dirijan a ella", sino que ha de ser "un agente activo".

BRECHAS Y SOLUCIONES

Los cuatro ponentes coincidieron en destacar la tecnología, la educación y el empleo como los principales ámbitos a los que aplicar esta innovación. Así, González indicó que el empleo "es la llave de acceso a la vida independiente", y apuntó que en el caso de la discapacidad, "las bajas expectativas son una de las razones" que dificultan su acceso al mercado laboral. "Por eso trabajamos para elevar la expectativa".

No obstante, Bezunartea reclamó que "la sociedad también tiene que buscar una solución para esas personas para las que el empleo no es una opción". "Hay que buscar soluciones innovadoras para ellos, a fin de que mantengan sus proyectos de vida plenos", dijo.

Por su parte, Irene Rodríguez detalló dos proyectos formativos de Secretariado Gitano sobre cómo aplicar la tecnología a la mejora de la formación y la capacitación profesional. El primero consistió en formar a jóvenes gitanos en el manejo de pedidos on line de cara a su contratación en grandes superficies. El segundo, mucho más limitado, ofrecía formación en Javascript a 14 adolescentes para su posterior incorporación a Accenture. "El reto de este proyecto fue adaptar el programa a su nivel de conocimiento", que es un nivel de secundaria obligatoria y no de Ingeniería.

Cabrera mostró su preocupación por "la gente que se queda atrás", porque la tecnología, la educación y el empleo "están generando una brecha" y la sociedad ha de velar por quienes se quedan rezagados.

Para Berta González, la educación puede precisamente ayudar a combatir esta lacra, al enseñar a "convivir con la diversidad". "Este es el gran reto" y, sin embargo, "estamos lejos de conseguirlo". "El sistema educativo deja a muchos alumnos atrás, no es inclusivo", lamentó.

FORMACIÓN

Finalmente, Irene Rodríguez llamó a sensibilizar y formar al personal y a los técnicos que trabajan en las ONG y en el tercer sector para que se atrevan a poner estas novedades en marcha.

Muchos de estos trabajadores "llevan 17 años en un modelo que ha funcionado" y, aunque ahora se aprecien problemas, "la incertidumbre da vértigo". Por eso, instó a "formar a los técnicos para que se arriesguen, interioricen que "de los errores se aprende" y se atrevan a "innovar".

En esta misma línea, se expresó Eduardo Cabrera, quien insistió en la necesidad de formar a los equipos para situar a las personas en el centro de su gestión. Ahora bien, "situar a las personas en el centro es no infantilizarlos, sino tener en cuenta sus necesidades y proyectos vitales" a la hora de ofrecerles apoyo.