Salud

Un encuentro revindica medidas contra la soledad ante el envejecimiento de la población

MADRID
SERVIMEDIA

Los expertos que participaron este jueves en el V Encuentro de Ética y Sociedad 'Ética y Mayores', celebrado en paralelo al XII Seminario Internacional de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos en Madrid, revindicaron que hay que tomar medidas para combatir la soledad, ya que irá en aumento ante el progresivo envejecimiento de la población.

Este encuentro, titulado ‘Planificar el futuro ¿100 años de soledad?', del Aula Internacional de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos y celebrado en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), lo organiza Funderética, el Instituto de Ética Clínica Francisco Vallés, la UNED, la UCM y Fundación Asisa (también patrocinador), y contó con la asistencia de 120 personas de diversos países.

La cita, que fue moderada por la catedrática de Filosofía del Derecho y directora del Departamento de Filosofía Jurídica de la Facultad de Derecho de la UNED, Ana María Marcos, arrancó con la intervención de neuropsicóloga del departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la Facultad de Psicología de la UCM Estefanía García Zamora, que recordó que “un cerebro que ha sido estimulado va a ser menos vulnerable a cualquier daño y al envejecimiento”, como ocurre con “cualquier otro órgano”.

En este punto recordó un estudio que se realizó con monjas de clausura, que fallecieron a edades muy avanzadas y que habían sido muy activas. Los resultados mostraron que, aunque sus cerebros presentaron en los análisis que estaban afectados por la edad, no manifestaron demencia.

El antropólogo social, profesor de la Valencian International University (VIU) y de la Universidad de Granada y director del Centro Residencial para Personas Mayores Perpetuo Socorro de Granada, José Luis Pareja, subrayó el papel de la familia “como núcleo vertebral” en algunas sociedades como la mediterránea frente a la soledad de las personas, una tendencia que, lamentó, está cambiando “vertiginosamente”.

En este contexto planteó que “muchas personas en soledad no están solas”, pues tienen hijos o familiares que no les visitan o no guardan el contacto con sus parientes, mientras aplauden la labor de voluntarios de la parroquia o de jóvenes universitarios que visitan a los ancianos por altruismo. “¿Os habéis planteado quiénes van a cuidar de vosotros?”, preguntó a los estudiantes que llenaban la sala.

Asimismo, el antropólogo dijo que la soledad nos acompaña desde que tenemos conciencia y también en las personas de edad avanzada “aunque parezcan desconectadas de la sociedad” y aventuró que “las mujeres van a durar más, pero con peor calidad de vida”.

REPERCUSIONES SOBRE LA SALUD

La neuropsicóloga y socia de la empresa Másquemente Lucía Utrera-Martínez, habló de estrategias terapéuticas ante los efectos de la soledad y el aislamiento y pidió “analizar la soledad desde la raíz”. En concreto, se refirió a “la soledad peligrosa, la que se vive como un castigo” y se convierte en un estresor que “tiene repercusiones sobre la salud”, por su toxicidad sobre el cerebro.

En su opinión, la soledad “requiere una intervención global” porque para “quienes la sufren dicen que es un proceso muy doloroso”. “El dolor indica que algo va mal”, revindicó.

La neuropsióloga concluyó su ponencia subrayando los beneficios que tiene frente a la soledad la oración y la meditación, que han dejado paso al ‘mindfullness’. “No hace falta irse a Nepal o a la montaña”, indicó, porque “cuando se entrena la soledad, se tienen muchos recursos para afrontarla”.

La mesa la cerró el doctor en Derecho, profesor de Teología Moral de la Universidad de Comillas y director de la Revista Iberoamericana de Bioética, Francisco Javier de la Torre, que defendió que “es posible vivir la soledad de forma positiva cuando nadie llama a la puerta”

De la Torre alertó de los peligros de la fractura intergeneracional, pues “hemos pasado una época que se trasmitía prácticamente todo de padres a hijos, propiedades, profesiones, una fe religiosa, unos valores…” y expuso un decálogo, basado en citas literarias, “para vivir emocionalmente acompañado, aunque socialmente se esté solo”.

Este decálogo plantea, entre otras cuestiones, encontrar la sabiduría del límite y aprender a vivir plenamente con menos, cultivar la esperanza y pedir perdón.

A modo de conclusión, la catedrática Marcos, apeló a la necesidad de “un sentido” y un “horizonte” de la vida. “La persona que nace ya no vuelve a morir, tenemos una eternidad”, aseveró.

“Es importante tener conciencia del misterio que somos cada uno nosotros, no sólo somos física, química y conexiones neurológicas. Somos mucho más que eso, con más dimensiones”, zanjó.

(SERVIMEDIA)
14 Nov 2019
AHP/gja