En una comparecencia sin preguntas después de firmar el acuerdo de su programa de Gobierno conjunto en el Congreso de los Diputados, Sánchez e Iglesias se copiaron así argumentos y dieron la vuelta a los que ambos sostuvieron en verano cuando no se entendieron para conseguirlo.

Ambos se agradecieron mutuamente la generosidad de este pacto: Iglesias calificó de “enorme” la del PSOE y Sánchez destacó la “enorme dosis de responsabilidad” de Unidas Podemos. También dieron las gracias a los negociadores del acuerdo programático, como María Jesús Montero y Pablo Echenique, a quienes mencionó Iglesias, y Adriana Lastra y Ione Belarra, a quienes nombró Sánchez, por haber “logrado conciliar todos los intereses, todas las propuestas”.

Los dos coincidieron también en destacar la justicia social, la igualdad de oportunidades, la lucha contra el cambio climático y el feminismo como valores y objetivos fundamentales del Gobierno de coalición.

Iglesias habló primero y dijo que el documento que ahora ha de aplicarse “ya en sí mismo es histórico”. Diagnosticó que la última década ha sido “perdida” por la crisis económica, los recortes sociales y la “realidad permanente” del conflicto territorial, “muy mal gestionada por el Gobierno del PP”. Pero a la vez alabó la movilización de los colectivos sociales, cuyo “sí se puede” ahora debe convertirse en políticas activas de gobierno.

El líder de Podemos dijo que el programa “combina la experiencia del PSOE con la frescura de Unidas Podemos” y debe convertir a España en referente mundial de “políticas de justicia social”, feministas y que combatan el cambio climático “en serio”, porque dar seguridad a los sectores vulnerables es la “mejor vacuna contra la extrema derecha”.

Iglesias terminó diciendo que para ellos será “un honor” que Sánchez sea su presidente y compartir gobierno con el PSOE y deseando que “ojalá la investidura sea pronto” porque están deseando ponerse a trabajar “lo antes posible”.

Sánchez le tomó la palabra proponiéndose un Gobierno “progresista” para actuar por la cohesión social, contra la desigualdad, el principal desafío como sociedad de España, y “avanzar en la conquista de nuevos derechos” y en la cohesión territorial basados en el “entendimiento entre diferentes”. Esto es, dijo “lo opuesto a la parálisis” que encarnó en la derecha española y catalana pero también en la izquierda antisistema de la CUP.

Así, abogó por el progreso y la “política útil”, que intente “proteger a los más débiles de los abusos” y lograr un empleo digno, la igualdad real entre hombres y mujeres y la justicia social. “En política no basta con estar. Hay que actuar, avanzar con lo que es posible aquí y ahora”, estableció, y anunció que el PSOE y Unidas Podemos no sólo van a compartir Consejo de Ministros, sino propuestas y proyecto.

Sánchez reconoció que la diversidad parlamentaria va a hacer “compleja la gobernabilidad pero en modo alguno la imposibilitan”. Resignado a que ”la composición del Parlamento no la hemos elegido nosotros”, prefiguró una legislatura en la que habrá que formar una mayoría parlamentaria “día a día, ley a ley, con hechos concretos, hacer camino al andar”.

Finalmente, haciendo suyo lo que Iglesias proclamó entre abril y noviembre, Sánchez dijo que el Gobierno de coalición “obedece a una nueva normalidad institucional que está presente en muchas democracias de nuestro entorno” y que “tenemos que asumir con inteligencia y con generosidad” y compartir el poder para fortalecer las instituciones. Por último, pidió al resto de partidos que “se sumen al avance y no al bloqueo, al diálogo y no a la confrontación”.