Sin propuesta nueva sobre la mesa, el Ejecutivo acude a esta cita para mostrar su voluntad de diálogo y su compromiso de poner en marcha la mesa de diálogo bilateral acordada con ERC. Esa mesa, de la que quedan pendientes flecos importantes como el formato, los integrantes y el calendario, es en la que se debatirán las opciones para encarrillar el conflicto político en Cataluña.

El presidente acude para “escuchar” a Torra y será el planteamiento de éste –si va como Govern o con dirigentes de Junts- lo que determine el transcurso del encuentro. De hecho, fuentes de La Moncloa consultadas por Servimedia, señalan que ya sería "un éxito en sí mismo la propia reunión si ésta transcurre de manera razonable”.

A este respecto, si Torra actúa como Govern y, por tanto, representa también a su socio, ERC, ambos presidentes podrán dar un impulso a la mesa de diálogo, siempre y cuando se cuente con el beneplácito de los republicanos, que son los que firmaron el acuerdo de investidura con el PSOE.

Fuentes consultadas aseguran que Sánchez va con la mejor de las intenciones para que, además del trasfondo político, se pueda hablar de las cuestiones que tienen impacto directo en la sociedad, como las infraestructuras o los presupuestos.

El fin con el que trabaja el Ejecutivo para este encuentro se ciñe a la reactivación de la normalidad institucional que permita poner en marcha cauces de diálogo.

De esta manera, el Gobierno rebaja las expectativas sobre la cita, enmarcada en un momento en el que sobre Cataluña pende el juego que se haga con el calendario electoral después de que Torra anunciase elecciones -sin fecha concreta- tras la aprobación de presupuestos.

Pese a los contactos con el Gabinete de Torra y con el Govern catalán, en La Moncloa se extiende la duda sobre la actitud que tendrá el presidente de Cataluña: si hablará sobre los problemas cotidianos de la ciudadanía y la respuesta que se les puede dar o si, por el contrario, se enrocará en exigir el reconocimiento del derecho de autodeterminación.

En el caso de que se centre en buscar la complicidad de Sánchez sobre la autodeterminación o cualquier asunto referido al ‘procés’, en La Moncloa subrayan que Sánchez le explicará “una vez más” que por ese camino no va a conseguir “nada”, puesto que no hay nada que negociar al respecto.

Así las cosas, la que sería la tercera reunión de Sánchez y Torra, la segunda en Barcelona, se consideraría ya un éxito sólo si transcurre por la senda de lo razonable. Prueba de ello, es que el jefe del Ejecutivo ha diluido la trascendencia del encuentro llenando su agenda de actos paralelos a nivel institucional y orgánico, con reuniones con representantes institucionales, empresariales y sindicales de Cataluña.

Sánchez y Torra ya evidenciaron un acercamiento en la primera reunión entre ambos en julio de 2018 cuando, tras su llegada La Moncloa, el líder socialista convocó uno a uno a todos los presidentes autonómicos.

Con el presidente catalán Sánchez hizo la distinción de pasear por los jardines de Moncloa llegando incluso a mostrarle la fuente en la que el poeta Antonio Machado se citaba con su amante Guiomar.

La relación entre La Moncloa y el Palau fue en aumento hasta la celebración en el Palacio de Pedralbes (Barcelona) el 20 de diciembre de la reunión que marcó el punto de inflexión entre ambas partes.

Con las elecciones de 2019 de por medio, la sentencia del ‘procés’ y la investidura de Sánchez apoyada por ERC y no por Junts, la reunión en el Palau supone casi una nueva vuelta a la casilla de salida en la reunión entre Sánchez y Torra, aunque uno acaba de revalidar el cargo y el otro tiene su futuro en el aire –además de judicialmente- por una convocatoria electoral a la que no ha confirmado si se presentará.