Biodiversidad

Casi el 87% de las aves muertas por colisión con tendidos eléctricos no son detectadas

- Según un estudio realizado en Fuerteventura y Lanzarote

MADRID
SERVIMEDIA

El 86,6% de las aves fallecidas por colisión con tendidos eléctricos no son detectadas, según un estudio realizado en las islas canarias de Fuerteventura y Lanzarote.

La cuantificación de los índices de colisión de aves con infraestructuras humanas se basa comúnmente en el recuento de cadáveres, pero ello plantea dudas sobre la precisión de las estimas de las tasas, ya que se sospecha que infravaloran los índices reales de mortalidad. Esto es debido a tres fuentes principales de sesgo: la desaparición de ejemplares muertos por descomposición o eliminación por carroñeros, la detección imperfecta y la caída de cadáveres fuera de la zona de rastreo.

Con el fin de obtener una correcta cuantificación de esta mortalidad, un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC y de Grefa analizaron a fondo todas estas fuentes de sesgo en un trabajo llevado a cabo en líneas eléctricas de Fuerteventura y Lanzarote. Su trabajo está publicado en 'Ardeola', la revista científica de SEO/BirdLife.

Así, la probabilidad general de detección de cadáveres fue de 0,134, lo que significa que únicamente un 13,4% de los ejemplares muertos por colisión fueron detectados, mientras que el 86,6% de los cadáveres pasaron inadvertidos. Asimismo, los autores determinaron que la detectabilidad de los cadáveres dependía también del hábitat, ya que disminuye en áreas rocosas y pedregosas, donde el rastreador requiere más atención al caminar y decae la agudeza de la búsqueda de ejemplares muertos. Además, esta probabilidad de detección fue también menor para aves de pequeño tamaño y para restos más viejos (en un estado de descomposición-fragmentación más alto)

"Las tasas de persistencia de los cadáveres disminuyeron con el tiempo transcurrido desde la colocación de los mismos y esta disminución fue mayor en aves de tamaño pequeño”, indica Julia Gómez-Catasús, del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Global (CIBC-UAM) y el Grupo de Ecología Terrestre (TEG-UAM) de la Universidad Autónoma de Madrid.

Gómez-Catasús recalca que hay "un efecto conjunto entre la masa corporal y el estado de descomposición del cadáver o tiempo transcurrido desde la colisión, ya que, por ejemplo, un ave grande como un cuervo común puede ser menos detectable varios meses después de la colisión que una muerte reciente de un ave más pequeña, como una tórtola turca".

Otro asunto crucial es la información obtenida (hasta ahora escasa) sobre los patrones de dispersión de cadáveres alrededor de las líneas eléctricas. "Un hallazgo importante del estudio ha sido que las aves grandes se encuentran más cerca de la línea que las aves pequeñas y ambas tienden a caer más lejos en líneas eléctricas más altas. Por lo tanto, la franja de muestreo debe definirse de acuerdo con la altura del tendido eléctrico, ya que las líneas más altas requieren áreas de búsqueda más amplias”, subraya Gómez-Catasús.

EQUILIBRIO COSTE-BENEFICIO

Por otro lado, los autores evaluaron los patrones de dispersión de los cadáveres junto con la rentabilidad de búsqueda de los mismos, lo que les permitió identificar un umbral de distancia de 27 metros en el que la rentabilidad de la búsqueda de los ejemplares colisionados alcanzó su máximo, considerando los costos de tiempo-esfuerzo y la cantidad de aves muertas registradas.

Por último, combinando la información del patrón de dispersión de los cadáveres alrededor de las líneas eléctricas y sus detectabilidades, se realizaron varias simulaciones para conocer las proporciones teóricas de los ejemplares muertos detectados en diferentes escenarios de muestreo con uno, dos o tres investigadores.

Los resultados muestran que sólo un 42,6% de los cadáveres de aves grandes se detectan con un solo observador, mientras que el 68,0% y el 82,2% se encuentran con dos y tres observadores, respectivamente. Estos porcentajes disminuyen para las aves de tamaño pequeño, al detectarse un 9,8%, un 18,8% y un 27,2% de los cadáveres para uno, dos y tres observadores, respectivamente.

Un reciente estudio preliminar realizado por SEO/BirdLife, financiado por la Fundación MAVA y BirdLife International, determina que estos tendidos podrían estar causando la muerte de cinco millones de aves al año en España.

(SERVIMEDIA)
29 Sep 2020
MGR/gja