Su evaluación la realiza con los datos que gestiona en su fichero de riesgos, utilizado por las entidades financieras para averiguar precisamente la capacidad de pago de empresas, personas o instituciones antes de concederles financiación, y que incorpora incidencias en los pagos.

Los datos del buró de Asnef, revelan que el saldo de saldo dudoso experimentó una reducción continuada durante el año 2019, pero dicha tendencia también “cambió de signo desde el inicio del pasado ejercicio, aunque con cierta ralentización desde mitad de año consecuencia de las ayudas llevadas a cabo por el Gobierno como las moratorias en el pago de ciertas obligaciones o los préstamos ICO”.

Sin embargo, advierte de que dicha evolución no ha sido homogénea y mientras la deuda hipotecaria “ha mantenido una ligera tendencia decreciente”, con “la financiación al consumo ocurre lo contrario, mostrando un aumento constante desde 2019, exceptuando el habitual saneamiento de carteras de cada cierre de año”.

Además, avisa de que la antigüedad de la deuda ha ido aumentando, en especial en las carteras de financiación al consumo, aspecto “que minimiza en la fase de recobro” o complica su recuperación.

Por la parte de la demanda, constata que la solicitud de nuevo préstamo “disminuyó sensiblemente en comparación con el mismo periodo del año anterior” durante el confinamiento por el parón de la actividad económica, “volviendo a niveles habituales durante el periodo estival aunque sin igualar la situación de cierre de 2019”, aunque su perfil de riesgo ha empeorado.

Según sus expertos, “habrá un aumento de morosidad, hasta ahora contenida” por la situación de crisis y cuando se retiren algunas de las medidas de estímulo, que “deberá ser gestionada de la manera más eficiente, identificando de manera temprana carteras que puedan ser adecuadas y así minimizar el impacto en provisiones, como categorizando eficazmente la deuda impagada con el objetivo de optimizar el recobro”.