En los atracos, el delincuente esgrimía un arma de fuego y amenazaba a los empleados de los comercios con disparar. En el último de sus atracos, el hombre perdió su teléfono móvil, lo que permitió a los agentes, que llevaban varios días siguiendo su pista, la identificación definitiva del atracador.

La investigación comenzó a mediados de agosto, cuando los agentes constataron la existencia de varias denuncias de robos con violencia en los que el autor respondía a unas mismas características físicas y que, además, seguía un mismo "modus operandi".

En todos los casos, el atracador entraba en el establecimiento comercial armado con una pistola, de color negro, que extraía de una bolsa que siempre portaba encima. Con el arma intimidaba a las personas que estaban en el local, mostrando, en algunos casos, su intención de disparar, lo que aumentaba el miedo entre sus víctimas.

La descripción física de los testigos era siempre muy similar. Se trataba de un varón de complexión delgada y no muy alto que llevaba el pelo largo recogido siempre en una coleta. En la mayoría de los casos se tapaba la cara con gafas de sol y siempre huía a pie del lugar del atraco. Las pesquisas llevaron a los agentes a identificar a J.G.M.A., de 47 años.

En plena investigación los agentes tuvieron conocimiento de un nuevo atraco, similar a los anteriores, que se produjo en el distrito de Carabanchel, aunque en este caso el autor iba camuflado con una peluca. Cuando se personaron en el establecimiento, los investigadores encontraron un teléfono móvil que, según los testigos, se le había caído al atracador.

La intervención del terminal telefónico permitió a los agentes corroborar sus sospechas. El teléfono pertenecía al detenido, que fue identificado por los testigos de los quince robos con violencia. En los posteriores registros fue hallada una pistola detonadora, pero manipulada para realizar fuego real, además de siete cartuchos detonadores, un cartucho de 9 milímetros y una pistola de balines de color negro.