Según explica a Servimedia Marc Oller, esta no es la primera vez que le impiden entrar con su perro en transportes y espacios públicos, aunque “nunca ha sido tan grave”.

Los hechos sucedieron sobre las cinco de la tarde del lunes, frente al espacio cultural de Matadero, en Madrid. Marc había llamado a un Cabify y daba indicaciones por teléfono al conductor, que nada más ver a su perro le dijo que no podía entrar.

En ese momento, Marc hizo lo que otras veces: “Intentar acceder al vehículo para, una vez allí, convencer al chófer o, si no era posible, llamar a la policía”. Con esta intención introdujo su mano por la ventanilla delantera y, en ese instante, el conductor arrancó y arrastró a Marc en volandas 100 metros por la calle.

"Solté a mi perro para que no lo atropellase el coche y me agarré lo más fuerte posible, para no caerme”, relató Marc. En un momento dado, conseguí abrir la puerta”, prosiguió, “y al hacerlo, esta me escupió y caí a la calle”. Marc perdió entonces la conciencia, aunque sabe que “un montón de personas, los trabajadores de un bar y varios policías corrieron a socorrerle.

Fue trasladado al hospital, donde pasó siete horas en observación. Tiene heridas y contusiones en manos y brazos, además de un traumatismo en la cabeza, aunque “fue muy poco para lo que podía haber sido”. Según Oller, el conductor fue detenido poco después del incidente porque “cuando al día siguiente yo quise denunciar, me llamaron del juzgado y me dijeron que el hombre estaba ya retenido”.

Marc acudió al juzgado 18 de Plaza Castilla donde le examinó una médico forense y, a día de hoy, se encuentra a la espera de juicio. En su opinión, “lo preocupante de todo esto es que los problemas para acceder a los sitios con su perro guía no son hechos aislados”. “Los puntos de la mano me los quitarán en 10 días y los golpes se me curarán incluso antes””, apunta.

“Lo que yo querría es que ninguna persona ciega o con discapacidad tenga que discutir” cada vez que quiere coger un taxi, subir al autobús o entrar a un bar o a un comercio acompañada de su perro. “Es nuestro derecho”, concluye.