Zapatero a Rajoy: “No era tan fácil” gestionar la crisis económica
- Desvela que se opuso tres veces a un rescate de 50.000 millones que habría lastrado la recuperación durante “lustros”
- Cree que la recuperación habría llegado ya con otra política monetaria del BCE
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El ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero considera demostrado, a la vista de los acontecimientos, que gestionar la crisis económica “inédita” que azota a España “no era tan fácil como algunos pensaban”, en clara referencia al PP y al actual presidente, Mariano Rajoy.
Zapatero presentó este martes en rueda de prensa “El dilema, 600 días de vértigo”, el libro en el que relata su experiencia en la gestión de la crisis, centrado en el periodo entre el anuncio de los recortes en mayo de 2011 hasta el final de la legislatura.
Dos años después de haber salido del Gobierno y a la vista de los datos, cree demostrado que gestionar la situación “no era tan fácil como algunos pensaban. No es tan fácil”.
Sin embargo, no quiso valorar si ahora se podrían hacer “unos recortes u otros” porque es el Gobierno quien “tiene la información”, y reiteró que su único deseo ahora es que España se recupere “cuanto antes” y que no se pierda de vista el objetivo de “recuperar todo aquello que se haya quedado por el camino en los pilares del Estado del bienestar”.
Zapatero considera ese relato, entre otras cosas, un “deber” de explicación a los ciudadanos por medidas que fueron complicadas, y aseguró que del análisis pausado de ese periodo extrae dos conclusiones.
La primera, que en España confluyeron al menos tres escenarios “no previsibles”: la crisis financiera internacional, la crisis de deuda de la zona euro, y la segunda recesión en el verano de 2011 por el segundo plan fallido de ayuda a Grecia. La segunda conclusión es “las limitaciones de la política” y de los gobiernos ante el “fenómeno imparable” de la globalización y del poder de los mercados.
En su relato desvela que hubo tres momentos “en los que se me sugirió la posibilidad de pedir ayuda financiera” por parte de la canciller alemana Angela Merkel, que rechazó porque España mantenía capacidad de financiación y porque estaba convencido de “la condicionalidad” habría lastrado la recuperación de España durante “lustros”.
Esa ayuda se concretó en la Cumbre del G20 en Cannes en noviembre con una “oferta de ayuda” conjunta para Italia y España, de 85.000 y 50.000 millones, respectivamente, en aquel momento con mayor presión para Italia porque su situación era más apremiante.
Su mayor preocupación durante todo ese tiempo, aseguró, fue mantener “los umbrales esenciales de la cohesión social a partir de políticas, que había intensificado durante su primer mandato.
Incidió especialmente en el hecho de que redujo el salario de los funcionarios, congeló las pensiones pero no las mínimas, y suprimió medidas que él mismo había impulsado, como el “cheque bebé”, pero mantuvo “intacto” el sistema sanitario y educativo, incluso aumentando la inversión en becas, y congeló pero no redujo las prestaciones por dependencia.
Después de aprobar esos recortes, aguantó al frente del Gobierno sin dimitir y sin convocar elecciones por “responsabilidad” con el país, porque recortar el déficit de forma intensa en ese momento en cuestión “de horas” era algo que España “tenía que hacer” y le correspondía a quien gobernaba en ese momento.
“Cualquier otro gobierno lo hubiera tenido que hacer”, insistió, y la única diferencia hubiera sido el plazo de tiempo con el que se hacía. Convocar elecciones en ese momento podía suponer “un riesgo serio para la estabilidad económica” de España, aseguró.
“Quien recibe los aplausos tiene que tomar las decisiones más difíciles”, afirmó, y es el presidente quien tiene la máxima responsabilidad, por encima de sus ministros, porque es quien recibe directamente la confianza del Parlamento.
Reconoció un “error de apreciación” en el retraso en utilizar la palabra “crisis”, que no pronunció hasta julio de 2008. Esgrimió una razón “subjetiva”, que era su “afán de mantener la confianza” en España con mensajes positivos.
También argumentó en su descargo que en aquel momento España aún mantenía crecimiento y “todas las previsiones” auguraban crecimiento para el resto de ese año e incluso para el siguiente, y todo eso “saltó por los aires” con el desplome de Lehman Brothers, en octubre.
En todo caso, considera “absurdo” que en plena sociedad de la información alguien pueda pensar que pretendía “engañar” a los ciudadanos u “ocultar” la realidad.
Zapatero defendió el PlanE porque en aquel momento España era el segundo país con mayor superavit de la zona euro y el tercero con menor deuda pública respecto al PIB, y cumplía “con creces” el pacto de estabilidad.
Supuso unos dos puntos y medio de incremento del gasto, explicó, y algo más de un punto de PIB en deuda pública, frente a los veinte de incremento de los dos últimos años. Además, subrayó, parte de ese plan fue de ayuda al automóvil y de rehabilitación de infraestructura turística, que “algo habrá tenido que ver” en los actuales datos.
Zapatero insistió en que las tensiones con la deuda española siempre se debieron a factores “externos” aunque las debilidades internas agravaran la situación, y que siempre han sido las medidas del Banco Central Europeo apostando por la expansión monetaria la que ha relajado esas tensiones.
Si el BCE hubiera sido “más favorable” a una expansión monetaria, hubiera inyectado liquidez y hubiera tenido “algo menos de pánico a la inflación”, aseguró Zapatero, “seguramente la recuperación ya se habría producido”.
Explicó también que la reforma del artículo 135 de la Constitución fue una propuesta “personal mía” y definida de forma “autónoma” con el objetivo de generar confianza externa y demostrar el “compromiso sólido de España” con la estabilidad presupuestaria y la consolidación fiscal.
En ese momento, desveló, la idea de un contrato laboral “de crisis, sin derechos”, estaba sobre la mesa por parte de los organismos internacionales, y aunque aún no podía barruntar la sustitución de la soberanía nacional por un gobierno técnico, si veía “riesgos máximos” que luego en otros países se canalizaron de esa forma.
“Fue dolorosos”, reconoció, pero sigue pensando que fue “muy importante” consagrar ese compromiso al máximo nivel, y señaló como muestra de ello que poco después, en los debates electorales entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, la hipótesis de un rescate a España ya no estaba sobre la mesa.
El libro contiene una explicación “exhaustiva” sobre el traspaso de poderes y las cifras de déficit que proporcionó a Rajoy, “todos los datos de los que disponíamos en ese momento, décima a décima”, sin evidencias en aquel momento de que el déficit “se fuera” en el último trimestre, sobre todo por la caída de ingresos de las comunidades autónomas.
Se negó a “polemizar” con Pedro Solbes, “más allá de que cada uno tengamos una memoria de las cosas”, y expresó en varias ocasiones su “gratitud” y “reconocimiento” a todos los que formaron parte de sus gobiernos y también al PSOE por respaldar medidas que fueron “duras” también para el partido.
Sobre Rubalcaba, del que “nadie duda de sus cualidades”, “amigo” además de “mi secretario general”, no quiso darle ningún consejo ni orientación, “no los necesita”, y solo expresó su apoyo.
(SERVIMEDIA)
26 Nov 2013
CLC