El presidente de Lobo Marley, Luis Miguel Domínguez, comentó en una rueda de prensa en Madrid que el lobo ibérico es “uno de los grandes símbolos” de especies que habitan en la Península Ibérica, pero, sin embargo, “se ha visto vejado” por los ataques puntuales a explotaciones ganaderas. “El lobo está en el ADN de España y es inadmisible imaginar que en el siglo XXI se le deje extinguir”, añadió.

El coordinador de Campañas de Ecologistas en Acción, Theo Oberhuber, exigió "valentía" a las formaciones políticas en defensa del lobo ibérico. “Independientemente del partido que gane en las elecciones, la próxima legislatura tiene que ser la legislatura del cambio para el lobo”, apuntó.

El responsable de Especies de WWF, Luis Suárez, mostró su “hartazgo por la persecución sistemática” a esta especie, debido a la imagen negativa que se traslada sobre el lobo en relación a los daños a la cabaña ganadera, que afectan a menos del 1% del total.

Una de las propuestas formuladas es que el lobo ibérico sea protegido en toda España con su incorporación al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y estudiar su inclusión como ‘vulnerable’ en el Catálogo de Especies Amenazadas para las poblaciones al norte del Duero y como especie ‘en peligro de extinción' al sur de este río. Actualmente, sólo figura en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.

Además, piden que se paralice “de forma inmediata” los programas cinegéticos de “control de población” de la especie para evitar que ataquen al ganado, puesto que son “ineficaces” y suponen la eliminación indiscriminada y aleatoria de individuos cuando es una especie que forma grupos familiares muy estructurados. “En el fondo, es una suerte de extinción programada que desestructura una población social, como el Real Madrid necesita a Cristiano Ronaldo en la cabecera”, indicó Domínguez.

CENSO PENINSULAR

Otras peticiones son que se promueva la elaboración de un censo peninsular del lobo ibérico, puesto que el último data de 1998, con el fin de conocer cuántos ejemplares hay y cómo actuar en aras de su conservación, y elaborar una nueva Estrategia Nacional de Conservación del Lobo Ibérico que sirva de base para que las comunidades autónomas elaboren planes de recuperación o de conservación.

Además, las ONG reclaman que se fomente la coexistencia entre el lobo y la ganadería extensiva, en lugar del actual modelo de gestión, que prima “la caza del lobo sin que veamos que se reduzcan los conflictos”, según agregó Suárez. Para ello, los ganaderos recibirían ayudas con perros de vigilancia, rediles o proteger sus explotaciones.

Asimismo, proponen aplicar “un sistema justo de compensaciones al sector agroganadero que esté condicionado a compromisos ambientales”; reducir “los efectos negativos” de la actividad cinegética sobre el lobo, lo que, según Oberhuber, “ha provocado la desaparición del lobo al sur de la península”, y promover acciones contra el furtivismo y los envenenamientos.

Regular el turismo relacionado con la observación de lobos, fomentar la educación y la concienciación sobre la importancia ecológica de los grandes depredadores, impulsar el desarrollo y la aprobación de planes de gestión adecuados para las Zonas de Especial Conservación con presencia de lobos, y permitir el abandono de carroñas de ganadería extensiva en el campo son otras de las propuestas.