González participó, junto al secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto de presentación de propuestas en el ámbito internacional, en el que señaló el “doble desafío” al que se enfrenta Europa: la avalancha de refugiados y la amenaza global del terrorismo.

Es un problema “enormemente complejo” que se complica más cada día en parte por la suma de la “crisis de relaciones con Rusia”. Hay un “trasfondo de guerra”, dijo, que debe unir a todos los países “más allá de los países” porque se está violentando la integridad territorial de algunos de ellos y, por tanto, el Derecho Internacional.

Esa guerra, alertó, solo pueden y deben ganarla los árabes musulmanes, y la ayuda occidental no debería ser en ningún caso “en tierra”, porque eso ya se ha probado “hasta la saciedad” y no ha dado resultado. En Iraq, recordó, la guerra “se ganó en quince días y se perdió en los años siguientes”.

Alertó por ello de la necesidad de cerrar un acuerdo con los países árabes “fundamentales” cuya integridad territorial está directamente amenazada por ese terrorismo, y pidió tener en cuenta que, “por mucho que nos duela” la comisión de atentados como los de Madrid o París, son el 1% de las víctimas causadas por el yihadismo.

Esos atentados, en su opinión, son un ataque a la civilización occidental, pero no solo, porque si solo fuera eso toda la acción de esos grupos se dirigiría a Occidente, y no es así. Como en todas las guerras de religión, afirmó, “el odio al hereje es mayor que el odio al infiel”.

BATALLA LARGA Y DIFÍCIL

González aseguró que Europa tiene que definir una política de seguridad y decir a sus ciudadanos que esa batalla “va a ser larga, dura, difícil” y que se ganará con más facilidad si hay coordinación y cooperación, también con el islam moderado capaz de modernizar sus estructuras.

González pidió combatir algunas afirmaciones que se dicen como verdad pero no lo son, por ejemplo que las democracias son más vulnerables al terrorismo. En realidad son más resistentes que los regímenes autoritarios, aseguró. Otra cosa es la sensibilidad ante la vida, que en Occidente es un valor supremo “que tratamos de defender a toda costa”.

Apostó también por no esperar a lo que diga Europa y a asumir desde España que “somos Europa” y que hay que formar parte de las decisiones que se toman. No hay que esperar a que Francia “pida”, dijo, sino discutir “qué puede aportar cada país”. “Nos la estamos jugando definitivamente”, aseguró, aunque hay quien está “mirando a otro lado”.