Las conductas de riesgo por trastornos mentales en adolescentes se agravan durante la crisis

- Según un estudio del Hospital Sant Joan de Deu

MADRID
SERVIMEDIA

Los problemas de comportamiento asociados a trastornos mentales en la infancia y adolescencia se han visto agravados durante estos años de crisis económica, según un informe del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona en el que ha colaborado Laboratorios Ordesa.

Bajo el título 'Adolescentes con trastornos de comportamiento. ¿Cómo podemos detectarlos? ¿Qué se debe hacer?', la investigación parte de una encuesta a distintos actores implicados en la educación y atención de niños y adolescentes, esto es, a profesores, padres, pediatras y especialistas de la salud mental.

EMPEORAMIENTO

La percepción de que los síntomas han empeorado es unánime entre los cuatro colectivos, en especial aquellos relacionados con los problemas de aprendizaje y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), que son los que más visitas generan.

En menor medida también han crecido el número de consultas por síntomas del trastorno negativista desafiante o trastorno disocial y, según el 96% de los pediatras, se han incrementado las visitas relacionadas con problemas de conducta.

Asimismo, un 60% de los padres preguntados para este informe afirmaron que sus hijos manifestaban algún trastorno de comportamiento, y en la mayoría de los casos (22%) se trataba de problemas de aprendizaje. Mientras, pediatras y profesores también destacaban un mayor número de casos que presentaban síntomas de trastorno negativista desafiante, TDAH o trastorno disocial.

Con todo, el director del trabajo y coordinador del servicio de conductas adictivas del adolescente en el Hospital Sant Joan de Déu, Josep Matalí, precisó que lo que han aumentado son los síntomas, no los trastornos mentales en sí.

Según Matalí, durante las últimas décadas la sociedad española ha cambiado mucho. Hay nuevos modelos de familia, nuevas formas de organizar el tiempo, nuevas tecnologías y otro tipo de valores basados en el individualismo, la satisfacción inmediata de las necesidades y muy poca aceptación del malestar.

“Si conjugamos todos estos factores, podemos entender el incremento de niños más irritables, muy poco tolerantes ante la frustración, agresivos y con falta de respeto hacia la autoridad", dijo. “Obviamente, cuando la economía familiar empeora y faltan recursos, sobre todo educativos y asistenciales, las situaciones tienden a agravarse”.

Ello se aprecia sobre todo en la mayor presencia de problemas relacionados con el aprendizaje, la hiperactividad, el respeto a la autoridad y la aceptación de la frustración.

QUÉ HACER

Un aumento de la agresividad, mayor impulsividad, bajo rendimiento académico, pérdida de amigos (o cambio en sus relaciones sociales), menor capacidad de atención, abuso de sustancias y falta de respeto a la autoridad son algunos de los síntomas que deberían hacer saltar las alarmas entre los padres.

En cuanto a las situaciones familiares, la falta de tiempo para estar con los hijos, el sentimiento de estar desbordado por parte de los adultos, las rupturas familiares durante la infancia, la ausencia de comunicación y un exceso de protección también pueden ser factores de riesgo.

Por otro lado, existen algunos factores protectores para evitar la aparición de trastornos de conducta, como el hecho de ser mujer, tener una orientación social positiva, alta inteligencia, poseer buenas habilidades de afrontamiento del estrés y establecer relaciones de calidad y de apoyo con adultos.

También está demostrado que ayuda la implicación personal y familiar en valores sociales o ser competente al menos en una habilidad.

Según las estadísticas, se estima que uno de cada cinco niños tendrá a lo largo de su infancia o adolescencia algún trastorno de conducta, un problema de salud más frecuente entre los chicos que entre las chicas y cuya mayor prevalencia se da entre los 13 y 16 años.

COMUNICACIÓN PADRES-ESCUELA

Ante esto, el trabajo propone varias soluciones, como mejorar la formación de profesores y pediatras a fin de detectar los síntomas a tiempo; incrementar los recursos asistenciales, sobre todo los dirigidos a familias en situación de riesgo; reforzar la colaboración entre médicos, padres y escuela, y fomentar la implicación de las familias en el centro educativo.

La mayoría de los padres ante un posible trastorno de conducta en sus hijos decide acudir al pediatra o médico de familia o acuden directamente a un psicólogo. En muchos casos (49,2%), la familia ni tan siquiera comunica el problema a la escuela.

Ello muestra la necesidad de mejorar la relación entre los padres y la escuela, espacio donde también se detecta un importante porcentaje de casos (46,3%).

(SERVIMEDIA)
27 Ene 2016
AGQ/caa