Este pacto intenta proteger a este colectivo y fomentar el uso saludable de las nuevas tecnologías entre los menores de edad.

Ambos organismos consideran que estas conductas adictivas pueden afectar gravemente en la vida de los niños o adolescentes que están formando su personalidad y cuentan con menos recursos para hacerlas frente.

Además, ambas entidades afirman que los síntomas van desde pérdida de control a la dependencia continua, algo que comparan con la drogodependencia.

También hacen constar que es necesario dotar a la sociedad de las herramientas necesarias para tratar este problema y trabajar en la prevención de todos los ámbitos, con especial hincapié al familiar y al escolar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas nuevas adicciones afectan ya a una de cada cuatro personas en los países desarrollados.