Según la ANPU, esos "policías olímpicos" están obligados a soportar un peso aproximado a la mitad del suyo, contando con el chaleco anti-balas, arma, equipo de transmisiones y dotación reglamentaria.

Todo ello, bajo unas temperaturas de 35 a 40 grados aproximadamente y con la humedad propia de un puerto de mar, por lo que en algunos casos "su estado llega a ser crítico".

Las mismas fuentes denunciaron que a los problemas físicos se unen ls continuas amenazas "veladas" por parte de algunos jefes, lo que desencadena "inestabilidades psíquicas que se agudizan momento a momento".

Por todo ello, en alguna circunstancia pueden suceder "reacciones desafortunadas que el primero en lamentar será el propio funcionario pero nunca el desencadenante de los hechos, sino las circunstancias que le rodean", concluyeron.