Vuelta al cole

Así aprenden a ir a clase universitarios ciegos y moverse por "itinerarios habituales” en la ciudad

- Los técnicos de rehabilitación de la ONCE les ayudan en esta aventura

- Marcos Bernardos tiene una gran discapacidad visual con 19 años y recibe esta asistencia en el inicio del curso

MADRID
SERVIMEDIA

Marcos Bernardos tiene una gran discapacidad visual y, con 19 años, dio un cambio radical a su vida. Dejó su Felechosa natal, un pueblito de 600 habitantes en las montañas de Asturias, para empezar sus estudios de Fisioterapia en Madrid. Un “salto al vacío” que, según confiesa en una entrevista a Servimedia, al principio se le antojaba “abrumador”.

Como Marcos, decenas de personas ciegas o con discapacidad visual se mudan de ciudad cada año por motivos familiares, laborales o de estudios. El reto es doble para ellas porque, a la incertidumbre propia de todo cambio, se suma en su caso la necesidad de aprender la ciudad desde cero.

Los técnicos de rehabilitación (TR) de la ONCE les ayudan en esta aventura y estos días de inicio de curso, pues son muchos los universitarios que necesitan aprender a moverse en su nueva vida por la ciudad que les acoge.

Marcos vino a Madrid el curso pasado a estudiar en la Escuela de Fisioterapia de la ONCE. “De un pueblo de 650 habitantes pasé a una ciudad de 3,5 millones”, rememora. En Felechosa “solo hay un paso de cebra y una única parada de autobús". "Cuando aterricé en Madrid, es que no sabía ni por dónde empezar”, confiesa.

Por suerte, Lucía del Hierro, técnico de rehabilitación de la ONCE, estuvo ahí para ayudarlo. “Con Lucía aprendí primero lo más esencial: cómo ir de mi piso nuevo a la universidad, al gimnasio y al hospital”, apunta. “Estos eran mis itinerarios habituales”, prosigue, aunque luego hubo mucho más.

Y es que Marcos tuvo que familiarizarse con el metro, con los semáforos, con los autobuses… “Lucía me enseñó a montar en autobús y a relacionar las líneas entre sí; a utilizar el metro y a hacer trasbordos; a fijarme en el tráfico y en los cruces…”. “Me dio referencias y me descubrió qué cosas tenía que tener en cuenta, como las líneas de direccionamiento y las botoneras de las calles”. “Y me mostró muchas aplicaciones útiles”.

TÉCNICOS DE REHABILITACIÓN DE LA ONCE

Según explica Lucía, el trabajo de los TR de la ONCE consiste en que las personas ciegas o con discapacidad visual ganen autonomía. Para eso, se ocupan de tres facetas: "Habilidades de la vida diaria;, rehabilitación visual (si hay resto) y movilidad". Este último apartado comprende un espectro muy amplio, pues puede ir desde enseñar el uso del bastón y reconocimiento espacial, al aprendizaje de recorridos concretos o a la práctica de caminos ya conocidos.

“A veces, los usuarios nos llaman para practicar con nosotras un itinerario que ya saben pero donde no se sienten seguros", relata Lucía. Otras, tenemos que enseñarles caminos nuevos. Este fue el caso de Marcos y es el de tantos estudiantes que han de cambiar de ciudad para ir a la universidad.

“Cuando él llegó, empezamos desde el principio. Era importante que se hiciese una idea de cómo son las redes de metro, de autobuses y de cercanías. Posiblemente luego él utilice una línea o dos, pero tiene que comprender su funcionamiento general”, recalca.

Para Lucía, la mejor forma de lograrlo es llevar todo a la práctica. “Yo le describía la estructura básica de la red y cómo es una estación, e inmediatamente, bajábamos a verlo in situ”. De este modo, Marcos conoció cómo son los tornos de entrada, las líneas de direccionamiento del vestíbulo, los andenes con sus botoneras, las vías que confluyen, etc.

“¡Yo había oído hablar tantas veces del metro, pero no tenía una idea real hasta que lo probé por mí mismo”, agrega este estudiante de Fisioterapia. Lo mismo sucedió con los autobuses, que es el medio de transporte que más utiliza en la actualidad.

TRABAJO PERSONALIZADO

Antes de empezar con las ‘clases de movilidad’ propiamente dichas, los TR realizan una entrevista personal para evaluar las capacidades y necesidades del usuario. Según Lucía, “tenemos que adaptarnos al grado de visión de cada persona y, lo más importante, a sus capacidades y habilidades”.

Por eso, antes de nada, conviene saber muy bien qué necesita el usuario, qué quiere conseguir y de dónde parte. “Esto incluye valorar su destreza con el bastón, pero también el equilibrio de la persona”, así como determinar cómo camina y si entiende qué es un giro de 90 grados.

Una vez superada esta fase, el TR “se prepara” los itinerarios que va a practicar. “Si son nuevos, nos desplazamos al lugar para establecer cuál es el camino más fácil y seguro”, indica, y “proponemos a nuestros usuarios una serie de trucos y consejos, siempre en función de sus características”.

Por ejemplo, las personas ciegas toman la pared como referencia (a fin de seguir una línea recta) y las botoneras que alertan de “peligro” resultan muy útiles para advertir de la presencia de cruces o de la proximidad de las vías del tren. También las líneas de direccionamiento ayudan mucho a la hora de orientarse en espacios abiertos, como los vestíbulos de una estación.

Más allá, otros consejos básicos pasan por contar manzanas, puertas o huecos, aunque de nuevo, cada persona es un mundo. Al final, “lo que nosotros hacemos es proporcionar una serie de herramientas a las personas con discapacidad visual para facilitar su movilidad”, aclara Lucía. “Lo ideal es que luego ellas sean capaces de extrapolarlas a otras situaciones.

PRUEBA SUPERADA

Así ha sucedido con Marcos, que gracias a las explicaciones de Lucía, a las aplicaciones del móvil y a la práctica diaria, se mueve por Madrid con tranquilidad. “En efecto. Puedo quedar con amigos en cualquier parada de metro y pasear sin problemas”, confirma.

De hecho, este año Marcos se ha mudado de piso. Ya no podrá ir andando a la universidad, sino que tendrá que tomar dos autobuses. Por este motivo, ha vuelto a verse con Lucía, con quien practica un par de itinerarios. “El camino a clase lo hemos hecho una vez y ya vale”, apuntan ambos. "Ahora estamos con el recorrido al hospital".

Según Lucía, el curso pasado “fue más intenso en este sentido". Este año, con dos o tres clases bastará, porque lo principal, Marcos ya se lo sabe. Así lo cree también el joven, que ahora se siente muy cómodo en su nueva vida.

“Me gusta Madrid”, sostiene. "De hecho, creo que las ciudades grandes, con una buena red de transporte público, son en el fondo más accesibles para las personas con discapacidad”. “Además, estoy contento con la carrera: aprendo mucho y cada día conozco gente nueva e interesante”.

Hace tiempo que Madrid ya no abruma a Marcos, que se siente satisfecho con el paso que dio al salir de su pueblo y con la evolución que ha vivido después. En este proceso, el apoyo de la ONCE y de los TR resulta decisivo. A juicio de Lucía, “Marcos ha ganado en independencia y en autonomía, y los obstáculos superados le han preparado todavía más para la vida adulta, que es lo que ahora le toca”. La conclusión es evidente: reto conseguido.

(SERVIMEDIA)
19 Sep 2023
AGQ/pai