Desde sus primeras piruetas, Esmeralda sintió la necesidad de fundar una escuela. “Los cuerpos diferentes aportan mucho al hecho escénico, ya que dan otra dinámica, otra estética”, confiesa la bailarina en una entrevista a Servimedia. “Sencillamente me apasionaba bailar con personas con discapacidad intelectual y esto me condujo a querer trabajar con la diversidad de los cuerpos y comenzar a impartir clases de danza”.

La escuela abrió sus puertas en Sevilla con muy pocos alumnos (hoy cuenta con más 80 bailarines, la mayoría con discapacidad) pero con mucho talento. Esmeralda advirtió enseguida ese potencial que se respiraba en las clases y decidió complementar la escuela con un centro de creación y una compañía de danza.

“Siempre hemos trabajado en nuestra compañía con intérpretes con y sin discapacidad porque se trata de potenciar la personalidad de cada artista, pero sobre el escenario sólo hay interpretes”, relata, “y de esta simbiosis se obtiene un enriquecimiento mutuo”. “Todos somos diferentes y creo que compartir esta diferencia es lo que nos enriquece. Esto se consigue a través del arte, de la danza, pero por supuesto en el escenario sólo hay intérpretes”.

Han pasado 25 años desde que Helliot, entonces un niño de 11 con síndrome de Down y “unas ganas locas por bailar”, pisó por vez primera la escuela de Esmeralda. Ahora acaba de cumplir 35 años y muchos de sus sueños. Forma parte del elenco de la compañía Danza Mobile con la que ha recibido el ‘Premio Mejor Bailarín Escenarios de Sevilla’ y además colabora con otros proyectos artísticos.

“He estado un mes compartiendo piso con tres actores en Madrid en un proyecto del Centro Dramático Nacional”, relata el joven. Estos días el bailarín se encuentra sumergido en los ensayos de uno de los montajes de la compañía ‘El Festín de los cuerpos’, que se presenta el 3 de mayo en Sevilla. Bailar es sin duda una fiesta para Baeza, que asegura sentir “mucho” sobre el escenario cuando baila. “Me siento contento y feliz con mis compañeros. La danza me da libertad”, asevera emocionado.

Helliot acude a diario junto a una treintena de alumnos al Centro de Creación de Artes Escénicas, donde recibe formación continua. Allí se imparten talleres de danza, teatro, música, artes plásticas y autonomía personal. Es, en definitiva, un centro de formación integral. Esmeralda esgrime que “el arte es una herramienta importantísima de desarrollo personal por eso es importante que haya un espacio donde puedan tener una formación continua y puedan desarrollarla”, como es el Centro de Creación. “Se trata de darles más recursos y más lenguajes y nuestros talleres son impartidos siempre por profesionales de las artes escénicas".

Danza Mobile trasciende el concepto de una compañía de baile. Es “el resultado de la fusión entre el arte y diversidad”, indica la directora y fundadora de Danza Mobile. Sus bailarines han sido premiados en certámenes oficiales en los que competían con otros profesionales y lo lograron “sin ninguna concesión en absoluto por tener discapacidad, sino por el trabajo realizado”, subraya. “La danza es un lugar de encuentro y creo que compartiendo estas experiencias artísticas encontramos una vía de comunicación con lo que nos rodea y con los demás".

Y luego está el público. Los familiares de los intérpretes, los amigos, los que no sabían qué era la danza inclusiva y la descubren a través de las coreografías de la compañía. “Las familias se sienten orgullosas de la visibilidad que se le está dando al colectivo de personas con discapacidad, que no solo participa de la cultura como espectador, sino que también es agente de cultura”, afirma Esmeralda.

Además, cada año desde 2007 se celebra el ‘Festival Escena Mobile’, que reúne en Sevilla a las mejores compañías y espectáculos de danza y teatro inclusivo. En el Día internacional de la Danza se habla un único lenguaje, el del cuerpo. Sobre la tarima del escenario la diversidad, la diferencia y, sobre todo el talento, dan un paso decisivo hacia la inclusión.