La sentencia, hecha pública hoy, también le condena a pagar 101.320 pesetas a Ferrocarriles Metropolitanos de Barcelona por los daños causados en el vagón de metro incendiado.

Los hechos ocurrieron el 20 de mayo de 1992, cuando el acusadoutilizó la línea 1 del metro de Barcelona junto a unos amigos, en dirección al barrio de Sants, para asistir a un concierto, después de consumir grandes cantidades de cerveza y de "calimocho" (mezcla de vino y cola).

Durante el trayecto, vertió el contenido de una lata de Coca-Cola con gasolina en el piso del vagón, que era el último de la unidad del metro, le prendió fuego y luego lo abandonó precipitadamente.

El convoy reanudó la marcha sin que el maquinista advirtiera la presencia del fuego enel vagón, hasta que un viajero accionó el freno de urgencia y el incendio fue extinguido con extintores.

En el juicio, la defensa sostuvo que el joven no tenía intención de provocar el incendio y que se trató de una imprudencia, mientras que el fiscal pidió 20 años de prisión.

En su fallo, la sala considera que el acusado actuó de forma intencionada porque abandonó el vagón huyendo y dejando al resto de pasajeros encerrados en él.